Quiero expresar públicamente mi más sincera enhorabuena a todos los progres, comunistas, socialistas y demás gente de izquierda que tanto ansiaban vivir el sueño comunista. Por fin lo han conseguido. El golpe de Estado (de alarma) perpetrado por Pedro Sánchez ha sido el gran revulsivo que la izquierda necesitaba para conseguir la tranquilidad tan añorada de quitarse de en medio esos molestos estorbos llamados: democracia, tolerancia, valores y libertad.

Bajo el mando único del presidente bicéfalo entramos de lleno en el paraíso social-comunista y casi sin hacer ruido. Porque sin rechistar –como estamos acostumbrados los españoles– nos hemos tragado un “estado de alarma” de seis meses, sin ni siquiera saber qué dice la legislación sobre el estado de alarma, que establece únicamente quince días, prorrogables y solo con la aprobación del Congreso (esa parte nos la saltamos y pelillos a la mar).

Lo que más me llama la atención es que algunos, que también están molestos con el estado de alarma, están echando la culpa no a la siniestra gestión de los políticos (¡Por Dios! ¡Que no lo podían haber hecho mejor!) sino a los propios ciudadanos (niños, mayores, jóvenes, personal sanitario y ancianos incluidos) que –según parece– se han contagiado (y algunos han muerto) porque les ha dado la gana.

Reitero mi enhorabuena a todos los que estaban deseando que Sánchez diera este paso.