Nueve horas entre las nubes. Beso el cemento como el Papa. Me obligan a pasar por el carril de los delincuentes por llevar 100 g. de jamón al vacío. Tampoco se acepta la manzana. Busco mi alojamiento bajo una tormenta de agua caliente. Andy Dufresne y el precio de la libertad. Wynwood nació para fardar en Instagram. Boutiques pijas entre galerías de arte. Oleadas de visitantes vienen a ver los murales. El barrio muda de piel a menudo pues su arte es efímero.

El Mercado de Bayside tiene unas 100 tiendas y 10 restaurantes. A comer unas gambas en el Bubba Gump y sumergirse en un mundo de fantasía melosa de Disney. Un puesto retro de videojuegos para quedar con dos amigos de infancia, Pacman y Super Mario.

Los que tienen buen cuerpo lo enseñan en Miami Beach; los que no, se atreven más para competir en la misma liga. El agua es templada y el salitre araña mis ojos. La gente sigue a remojo aunque llueva. Solo se inmutan si son iluminados por los rayos. Hay mareas vivas y ondea la bandera púrpura para alertarnos de la presencia de medusas.

Dos chicas patinan en línea por Ocean Drive sin más atuendo que un bikini y una riñonera. En el Lummus Park,pasarela de entrada al universo playero,tonifican sus músculos los deportistas. Música a todo trapo para amenizar a los bañitas de la piscina de Clevelander. Una morbosa peregrinación busca el número de la mansión donde mataron a Versace. Las dalinianas ramas de los árboles forman una visera sobre la carretera en Coral Way. Los letreros de las calles, muchas con nombres de ciudades del sur de España, están a ras de suelo.

La densa vegetación no permite divisar el Hotel Biltmore, majestuosa edificación casi centenaria, hasta que lo tienes encima. Quiso ser de mayor tan guapo como el campanario de la catedral de Sevilla. Llegó el momento. Me quito la ropa de turista, seco el sudor y pongo una camisa elegante. Leo la carta del menú Spice del Restaurante Fontana. Dos platos y postre, nada común por acá. Sin respetar la digestión accedo a la piscina. Pero el primer chapuzón cae del cielo. Cosa rápida. Cuentan que antaño Johnny Weissmuller, mítico Tarzán, fue el instructor de natación.