La izquierda y la mayoría de partidos se han pronunciado continuamente contra el régimen de Franco, pero nunca he escuchado a nadie de la izquierda pedir perdón por el asesinato, antes de la Guerra Civil, del líder conservador Calvo Sotelo; ni por el fusilamiento del líder derechista José Antonio Primo de Rivera, bajo un gobierno socialista; ni por los bombardeos de la aviación republicana, como el efectuado sobre la localidad cordobesa de Cabra, que ocasionó una masacre; ni por la matanza en las primeras horas de la Guerra, de militares nacionales cautivos en el castillo de la Mola de Mahón, en Menorca, ni ídem en la base naval de Cartagena, ni por los fusilamientos de miles de personas en Paracuellos, en Madrid, por ser católicos, monárquicos o defender la Unidad de España.

Tampoco he visto nunca a la izquierda catalana y los nacionalistas pedir perdón por originar, durante la República, la mayor persecución religiosa producida en España y los crímenes a ella asociada. Tampoco he visto arrepentimiento en la izquierda por las miles de víctimas ocasionadas, tras la guerra, por los "maquis", con su lucha de resistencia antifranquista; lo mismo podemos decir de la misma izquierda, que ha sido siempre timorata con la actividad criminal de grupos de extrema izquierda como GRAPO, FRAP, Exército Guerrilheiro do Pobo Galego, Terra Lliure de Cataluña, etc., misma actitud tibia, frente a regímenes dictatoriales comunistas; es lo de "la paja en ojo ajeno y no querer la ver la viga en el propio" y su tremenda hipocresía.