Fue allá por la medianoche ya bien pasada, las pocas de la madrugada, coincidiendo con el relevo de la orquesta. Digo esto más que nada porque fue cuando una marabunta de gente nos cogió entre calles y el silencio de la plaza era un torbellino de conversaciones paganas, oyéndose solo el repeine de las baquetas en la batería y el afinamiento de trompeta, saxofón y clarinete en prevenga de comenzar su actuación. Ni estábamos para oír la orquesta ni tampoco era de nuestra devoción. La pandilla, cinco jubilados llenos de alegre conversación, después de tanto tiempo sin vernos, seguíamos poniendo delante del gintonicdelarios entre carcajada y carcajada los recuerdos de nuestros años de estudiantes y otros sucesos particulares dignos de mención.

Nos metimos por meternos en un pequeño bar, uno que nos pareció más vacío que lleno. Sentados y después de servirnos el camarero nos pidió muy amablemente la cuenta enseñándonos el cartel hecho a ordenador donde se leía: "Abonen sus consumiciones en el momento de ser servidas. Gracias".

Esto fue Troya. El filólogo de turno, que siempre acaba apareciendo o despertando cuando menos uno se lo piensa. O el filósofo. O el antropólogo. Igual da uno que otro. Todos son más o menos iguales. Todos, en el mejor de los casos, eso sí, duplicando la tasa alcohólica.

Así acabamos las fiestas de verano en nuestro pueblo este año. Nos quedará en el recuerdo de todos nosotros la bizantina y enrevesada discusión que poco a poco alcanzó todos los elevados grados de pasión y entusiasta frenesí si el participio servidas tenía que ser o debía de ser femenino o masculino, todo ello en medio de las más encendidas defensas y acometidas tanto gramaticales como lingüísticas rayando todas ellas en el ultraje y alabanza incluso personal más exacerbado que pueda uno imaginarse. Alguno de los parroquianos allí presentes, dada la hora, no me cabe duda que pensarían que tan escolástica discusión versaba sobre las orquestas.

Cuando el camarero nos echó para cerrar quedaba aún tan linajuda cuestión sin zanjar y quedamos en aportar datos sobre su género. Espero que alguno se acordará, que como ven, gente en Negreira hay para todo incluso en días de fiesta.