Nadie sabe a ciencia cierta la fecha exacta del nacimiento de Cristo, sin embargo antiguas culturas celebraban el solsticio de invierno como la época del renacimiento de la vida propiciada por el benéfico sol.

Mucho antes de la aparición de Jesucristo los judíos celebraban en el mes de diciembre la fiesta de las Luces, de ocho días de duración. Por su parte los romanos celebraban las famosas fiestas Saturnales, entre el 17 y el 23 de diciembre. A su vez los germanos celebraban en honor de Odín, Wotán y Freya, celebrando así el resurgimiento del sol.

El propio emperador Constantino, después de autorizar la práctica oficial del cristianismo en el Imperio, continuó celebrando las fiestas tradicionales de los inviernos precristianos, entre ellas y muy destacadamente la del dios Mitra, culto asociado al del sol Invictus singularmente apreciado por las legiones romanas, y establecido el 25 de diciembre del año 274 por el emperador Aureliano (214-275 d.C.). El culto a Mitra se extendió rápidamente por Asia Menor, Roma, Grecia e incluso en Bretaña, siguiendo los rastros de las legiones. Por eso, la Iglesia naciente, siempre muy cuidadosa en aprovechar el legado romano, decidió en el año 354, bajo el pontificado de Liberio (352-366), establecer como fecha de nacimiento del Redentor, precisamente el 25 de Diciembre, fecha de la anterior celebración de Mitra, pudiendo sustituir un culto por otro sin apartarse de las tradicionales festividades romanas, simplemente cambiando al sujeto de las mismas.