Opinión | Sol y sombra

El pulso en la derecha

La batalla política, tal y como se libra en la actualidad en nuestro país, resulta tan banal y pueril, además de disparatadamente agresiva, que cabe sospechar de ella mayor impostura que verdad. Hasta cuando el Partido Popular convoca para manifestarse contra el mayor acto de corrupción de la vida pública que se ha visto en años, como es la amnistía, que consiste en ofrecer impunidad a cambio de poder, las consignas no están a la altura de la relevancia política de la denuncia. Parecen, no solo por su virulencia y espontaneidad poco creíble, obra de adolescentes. La respuesta del Gobierno o del mariachi que lo acompaña suele estar a la altura o puede que por encima del despropósito.

Ello no quiere decir que Santiago Abascal, líder de Vox, acierte cuando señala la connivencia de Feijóo y Sánchez. El menos indicado, desde la oposición, para hablar de coyunda con el PSOE es precisamente el partido que con su estrategia más contribuye a proporcionarle balones de oxígeno en las urnas al presidente del Gobierno. Vox ha sido y es, probablemente sin pretenderlo, el mejor aliado de Sánchez, que encuentra en el altavoz de la derecha extrema una música bien acompasada a sus intereses. Naturalmente, el objetivo popular es fagocitar al partido de Abascal, algo a lo que este obviamente se opone con uñas y dientes, denunciando a Feijóo cada vez que, según él, le tiende la mano a Sánchez.

El fondo de la cuestión es que el centro-derecha tiene muy difícil ganar unas elecciones que le permitan gobernar en España mientras Vox no desaparezca. Incluso cuando ello suceda, si es que ocurre, la izquierda seguirá adelante con la táctica de identificar al adversario, cualquiera que sea, con la ultraderecha. Pero la principal coartada habrá desaparecido. La misión del PP es arrastrar hacia la irrelevancia a Vox, como los socialistas lograron con el podemismo. Los votantes de derecha, si quieren realmente perder de vista a Sánchez, deberían saber también lo que tienen que hacer.

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