Opinión
El rearme de Ucrania y la que llaman “cumbre de paz” en Suiza
“España dará armas a Ucrania por un valor récord de 1.100 millones”, titulaba el otro día un diario nacional.
Y a continuación explicaba lo que importa: “El compromiso implica contratos millonarios para la industria española de defensa”. Estamos de enhorabuena.
Al mismo tiempo, el Gobierno español sigue a otros europeos como el francés, el británico y el alemán al firmar un acuerdo bilateral de seguridad con Kiev.
Acuerdo que, según leemos, Pedro Sánchez no tiene previsto someter a ratificación del Congreso al no haberle dado la categoría legal de tratado internacional.
El presidente socialista tiene también previsto asistir, al igual que otros líderes europeos, a la próxima conferencia que llaman “de la paz” en Suiza.
Reunión, por cierto, en la que no estarán ni el presidente de EE UU, Joe Biden, ni siquiera su segunda, Kamala Harris, que parecen tener preocupaciones más acuciantes, entre ellas las de tipo electoral.
Zelenski, cada vez más desesperado por el constante avance de las tropas rusas en su país, ha hecho, sin embargo, un llamamiento tanto a Biden como al presidente chino, Xi Jinping, para que acudan.
Se trata de una cumbre cuando menos extraña porque en ella va a hablarse de la paz en Ucrania y, sin embargo, no se ha invitado a Rusia, una de las dos partes del conflicto.
Se pretende reunir al mayor número de países posible para que den su visto bueno al plan que llevará allí Zelenski y presentarlo luego al Kremlin como si fuera un ultimátum.
Plan que equivale a una capitulación en toda regla de Moscú, pues exige la total retirada de sus tropas de los territorios ocupados y la creación de un tribunal para juzgar a los responsables rusos por crímenes de guerra.
Pero los hechos son tozudos: Rusia está ganando en el frente y si acepta negociar no será sobre la base de las condiciones que pone Kiev, sino a partir de lo acordado en su día en Estambul con los ucranianos y teniendo en cuenta la nueva realidad sobre el terreno.
Negociaciones que iban por buen camino, pero que se frustraron cuando el entonces premier británico, Boris Johnson, presionó a Zelenski para que no firmara, pues Occidente le ayudaría con sus armas a ganar la guerra.
Por cierto que si Zelenski ha vetado todo acuerdo con el Kremlin mientras Vladimir Putin siga al frente del país, los rusos ponen a su vez en tela de juicio la legitimidad del presidente ucraniano.
Según el presidente de la Duma (Parlamento ruso), Viacheslav Volodin, al haber acabado su mandato oficial de cinco años sin convocar nuevas elecciones, Zelenski se ha convertido en un “usurpador” y cualquier acuerdo que se firmase con él carecería de “valor jurídico”.
Por cierto que durante la última reunión entre Putin y su homólogo bielorruso, Aleksandr Lukashenko, se vio también en Minsk a Viktor Yanukóvich, el expresidente ucraniano prorruso derrocado en 2014 a raíz del llamado Euromaidán. ¿Qué significará esa presencia?
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