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Un Centenario que sí pasará a la historia

Aficioinados celestes animando al equipo desde la grada de Balaídos esta temporada.

Aficioinados celestes animando al equipo desde la grada de Balaídos esta temporada. / Alba Villar

Pues sí, el año del Centenario del Celta va a ser histórico, aunque en realidad, haya muchas formas de hacer historia. Sin ir más lejos, a mitad de temporada pintaba tan mal la cosa –la sombra del descenso sobrevoló durante jornadas sobre Balaídos– que gran parte de la afición llegó a creer que el aniversario devendría en funeral. Y eso también sería fatalmente histórico.

Sin embargo, disipados los negros nubarrones tras acometerse una cirugía precisa y a tiempo, hoy los aficionados disfrutarán en la catedral celeste de una merecida fiesta. Hoy cantarán como nunca la Oliveira de C. Tangana y, con un poco de suerte, los goles de su equipo. Y hasta la Rianxeira. Hoy compartiremos una despedida, o mejor un hasta pronto, a lo grande.

Tras tanta angustia, sobresalto e incluso pánico acumulados, es hora del relax porque, como tituló FARO en su portada tras la victoria en Granada, hoy el equipo salta al césped con la misión cumplida. El Celta iniciará este verano su 13.ª temporada consecutiva en Primera, un récord que no se debería minusvalorar. No, tampoco es necesario que decenas de miles de hinchas se echen enloquecidos a la calle, como hemos visto recientemente en otros territorios próximos tras una victoria menor, que, sin embargo, en un ambiente hiperbólico llegó a calificarse de “gesta”.

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Pero, más allá de la permanencia lograda con más sufrimiento del previsto, el Centenario será histórico por otras razones que trascienden la tabla clasificatoria y que, precisamente por ello, dejarán un legado más profundo y duradero.

La presidenta del Real Club Celta de Vigo, Marián Mouriño, ha vivido una temporada de una intensidad extraordinaria, con experiencias que curten de por vida. Pese a que no lo tenía nada fácil, en un tiempo récord le ha dado al club un giro formidable. Ha protagonizado una revolución tranquila y ha imprimido un sello que ya se puede calificar de personal.

Sin descuidar el aspecto económico –que tanto pesaba en la etapa anterior–, su mayor éxito ha sido reconectar a la afición con el equipo y, por extensión, con el club. Marián Mouriño y su gente han demostrado sensibilidad, respeto y cariño por un celtismo que le da todo el sentido al fútbol. Y los hinchas han respondido llenando el estadio y animando al equipo sin desmayo. Frente a otros tiempos no tan lejanos, en Balaídos reina hoy una comunión, una complicidad imprescindible sobre todo en los momentos duros. La presidenta ha abierto puertas y ventanas del club para que corriese un aire refrescante y moderno. Ha liquidado el búnker. Hoy un club centenario está rejuvenecido como nunca, con unas raíces profundas en un territorio –Vigo– y con una identidad gallega innegable. Es un cambio histórico.

Como ya hemos comentado en este mismo espacio editorial, la política de desinflamación y distensión diseñada por Marián Mouriño –una decisión inteligente e imprescindible pero de alto riesgo– fue un absoluto acierto. El Celta mantiene hoy relaciones cordiales con todas las instituciones y colectivos sociales, sin renunciar por ello a la defensa de sus legítimos intereses. La discrepancia no es enemiga del respeto. Nadie ha salido perdiendo con este nuevo clima que debería mantenerse en el futuro. Celta, Concello, Diputación y Xunta tienen intereses comunes, el mayor de todos trabajar de la mano para estar al servicio de los celtistas, y de los ciudadanos en general. El Celta es una sociedad anónima que se mueve en el mundo de los negocios, aporta riqueza a la ciudad y proyecta su marca al mundo. Pero es mucho más que eso. Es una historia compartida, un sentimiento y una forma de vida y de relacionarse. Tengan esto presente, unos y otros, para evitar errores pasados.

“Marián Mouriño y su gente han demostrado sensibilidad, respeto y cariño por un celtismo que le da todo el sentido al fútbol. Y los hinchas han respondido llenando el estadio y animando al equipo sin desmayo”

La presidenta del Celta ha demostrado carácter –así lo demuestran los despidos fulminantes de Rafa Benítez, el técnico más caro de la historia, y Luis Campos, el gran gurú llamado a marcar el destino del club–, determinación y sensibilidad. Ha transmitido autoridad al dar un carpetazo al pasado y elegir a su propio equipo. Y ha dejado claro, hasta ahora al menos, que cumple sus promesas, desde las más nimias a las que tienen una carga más simbólica. Así el año del Centenario también será el año en el que el club estrene su sección femenina: As Celtas.

En Balaídos la presencia de las mujeres no es testimonial. En las gradas se dan cita cientos de mujeres, en su mayoría jóvenes. Son aficionadas del Celta, pero también apasionadas del fútbol, y era una lástima que el club no les ofreciese referentes femeninas. As Celtas es un salto histórico, otra vez surge el adjetivo, que introduce al club en el siglo XXI por la puerta de la modernidad y la igualdad.

Y, sin ánimo de agotar la materia, la presencia de un entrenador de la cantera al frente del primer equipo también hará de 2024 un año inolvidable. Sin duda, a principio de temporada a Marián Mouriño ni se le había pasado por la cabeza esa posibilidad. Haber firmado a Benítez por tres años con un sueldo millonario cerraba cualquier opción a Giráldez, en realidad a cualquier otro técnico. Esto es una evidencia irrebatible.

Pero el destino es caprichoso, y allí en donde había un muro infranqueable apareció una puerta de acceso. Sin embargo, había que tener valor para en un momento de crisis aguda –de juego, de resultados y de depresión colectiva– apostar por un entrenador treintañero, con un escaso bagaje profesional. Un técnico ambicioso, en ocasiones hasta la temeridad, y sin currículo. Es verdad que Giráldez contaba con el viento a favor de la afición, pero también lo es que ese viento cambia con enorme facilidad, y lo que en principio parece sonar a música celestial puede acabar convirtiéndose en un vendaval de pitos y abucheos. Así es el fútbol.

Giráldez ha hecho buena la apuesta de Marián. Con un discurso moderno, optimista, casi entusiasta, y natural –en consonancia con la nueva filosofía del club–, el técnico no solo ha firmado la permanencia, sino que lo ha hecho sin renunciar a sus principios, y uno de los más esperanzadores es su confianza en la cantera. Hugo Álvarez, Hugo Sotelo o Damián ya no son un puñado de jóvenes arrinconados en el banquillo o, peor aún, en la grada comiendo pipas. Hoy son el presente y el futuro de un Celta que tiene a un técnico que no mira ni los DNI ni lugares de nacimiento a la hora de tomar decisiones. Estos chicos, junto a otros que vienen por detrás –por cierto, en esto mucho tiene que ver el legado de Carlos Mouriño– constituyen un formidable patrimonio a preservar. Un patrimonio que no debe valorarse solo en los libros de contabilidad, sino también en los de la identidad, las raíces y la cultura de un país. En los del sentimiento de pertenencia. Si esta misma cantera logra llevar al Fortuna a Segunda División, entonces la temporada –que empezó con ilusión, siguió con dudas y temores y acabó en euforia– será definitivamente extraordinaria.

Se podría pensar que Marián Mouriño ha hecho lo más difícil –seguramente es así–, pero los desafíos se multiplican y el fútbol no entiende de pasado. El Celta emprende desde mañana el camino del segundo centenario cargado de buenas vibraciones, con una hoja de ruta clara y sabedor de que atesora gran parte de los mimbres para seguir haciendo historia. Una historia grande, compartida, alimentada por el sueño de poder levantar un título. Pero mientras eso no ocurre, sigamos disfrutando –y en ocasiones sufriendo– de este viaje apasionante en el que todos somos necesarios y nadie sobra. ¡Sempre Celta!