Opinión | Más allá del Negrón

Gobierno sin (apenas) prensa

El presidente Sánchez es un especialista en crear problemas allá donde no los hay. Con la prensa ha creado uno bien gordo donde no lo había. En apenas dos semanas, después de sus cinco jornadas de reflexión, ha conseguido arraigar la creencia de que existe una peligrosa “bulosfera”; la mitad de los votantes del PSOE ya ve necesario someter a la prensa a un control previo, según las últimas encuestas. Siguiendo la política del alzamiento de muros, ha dividido a la profesión periodística en dos frentes irreconciliables: los del fango y los de las aguas cristalinas. Y, lo más grave de todo, tiene entretenida a la ciudadanía –y a la oposición– debatiendo sobre el sexo de los bulos y no sobre problemas tan acuciantes como la vivienda, el paro o la educación.

La muerte hace una semana de Victoria Prego ha acrecentado aún más, si cabe, este debate. Un periódico que se autodefine “de espíritu progresista” llegó a titular su obituario de esta forma: “Fallece la periodista que trató de forma idílica la Transición”. Incluso califica a Victoria Prego de “ser complaciente con el poder político y el relato oficial”. ¿De forma idílica? ¿Complaciente? ¿Ahora se llama así a la ponderación, a la falta de estridencia, al relato aséptico y sosegado de los hechos? Tal vez sea esto a lo que Sánchez llama “fango”. Yo, la verdad, me fío mucho más del criterio de alguien que ha sido testigo en primera fila de la Transición, sin ningún interés personal conocido, que el de un chaval que probablemente conoce la Transición de oídas desde que Pablo Iglesias, que también la conoce de oídas, empezó a denostarla.

"Sánchez ha conseguido extender la creencia de que es necesario controlar los medios"

Con la muerte de Victoria Prego se ha rescatado una fotografía que tenía olvidada. En ella aparecen juntos, detrás de la periodista, entre otros políticos de distintos signos, Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González y José María Aznar. La imagen corresponde al final de la manifestación celebrada en Madrid en repulsa por el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Los partidos, para demostrar su unidad frente a ETA, se pusieron de acuerdo en que Victoria Prego leyera un manifiesto conjunto. El famoso discurso que acaba con estas palabras: “A por ellos, a por ellos, con la paz y la palabra”.

La escena me hizo preguntarme quién sería hoy el periodista elegido para pronunciar, en nombre de todos los partidos, un manifiesto en defensa de la democracia. Por más vueltas que le doy, no encuentro un nombre con posibilidades de ser aceptado por todos los partidos, un nombre de consenso con el que se sintieran representados todos los españoles. Y no porque no haya donde elegir, sino porque la política de polarización, que lo enfanga todo, nos impide tener hoy una Victoria Prego. Es más, para muchos hoy sería una representante de la “bulosfera”.

No lo creerán los jóvenes que ahora la tachan de haber sido complaciente con el poder, pero en aquel momento Victoria Prego era considerada un “icono del progresismo”. Nunca militó en ningún partido, pero si se la consideró próxima a alguno, ese fue el PSOE. El PSOE de entonces, claro, que cualquiera diría que era un partido distinto al actual, aunque mantenga las mismas siglas. Como anécdota representativa de su talante democrático, recuerdo que, entre sus mejores amigas, se contaban la directora de cine y de RTVE en los años 80 Pilar Miró y la periodista y directora de Informativos de TVE entre 1990 y 1996, María Antonia Iglesias, ambas prematuramente fallecidas. Dos mujeres a las que hoy, con tanta desmemoria histórica, se incluiría sin ningún pudor en la “fachosfera”.

Cuando el presidente o sus ministros intentan enmarcar su cruzada contra la prensa en España en la lucha mundial contra la desinformación, intentan buscar cobijo en un fenómeno que nada tiene que ver con lo que se achaca a la prensa española. Nada tiene que ver que la UE pretenda impulsar la vigilancia masiva en internet, como acaban de denunciar científicos de todo el mundo. Nada que ver con la difícil lucha contra la desinformación en las redes sociales de la última portada de “The Economist”. La prensa, la española y la de todo el mundo, es la primera interesada en acabar con la desinformación y con los bulos. No así los gobiernos populistas –ya sea el de Milei, el de Meloni o el de Putin–, que lo que quieren es acabar con la prensa crítica que les impide gobernar con comodidad.

¿Otra vez tendremos que recurrir a la manida cita de Thomas Jefferson? “Prefiero tener Prensa sin Gobierno que Gobierno sin Prensa”. ¿Cuántos políticos españoles la suscribirían?

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