Ha nacido otro Alfonso Rueda

Paloma Castro

Paloma Castro

Rueda salió exultante, sonriente como no es habitual en él, abrazado a su familia y a Paula Prado, con esa expresividad de quien se ha sacado un peso de encima y, de repente, comprende que ahora disfruta de una legitimidad nueva, que sólo se debe a sus votantes, que es el gallego con más poder político en Galicia.

La noche del domingo ha nacido otro Rueda, tan pronto las urnas dejaron traducir su contenido en escaños y la nueva mayoría absoluta del PP de Galicia superaba en votos las tres últimas de Feijóo. Porque el reto era tan fuerte, tan difícil, que a pesar de la importante organización popular y de que las encuestas eran todas proclives, nadie las tenía todas consigo.

No es ni ha sido nunca un líder carismático, pero seguramente, en los próximos meses empezaremos a ver el cambio que sufren los políticos cuando se sienten fuertes y seguros, entonces aparecerá el carisma; mientras tanto, Rueda se ha aferrado a su gestión, a su eficacia, al gestor que funciona, al que le había sacado tantas veces las castañas del fuego a Feijóo. Y le ha funcionado.

Primero, ha sido la mano derecha de Feijóo, en el partido y en la vicepresidencia, después cedió en el partido, compartió la vicepresidenta, incluso hubo un tiempo en que algunos creyeron que su recorrido se acabaría con Feijóo, tal vez incluso él.

Pero la política está llena de sorpresas, y para el Rueda políticamente más debilitado, la oportunidad le llegó cuando Feijóo decidió subirse al último tren de Madrid sin tiempo de preparar el equipaje.

El PP no tenía un candidato alternativo a Rueda que pudiera garantizar una imagen de continuidad de Feijóo, que mantuviera unido al partido y que, al mismo tiempo, conociera la administración gallega como nadie. Rueda era el único que podía hacer frente a aquel desafío y no lo dudó.

Después, encontró el modo de implementar más políticas públicas que sus predecesores, de mantener la calma en el partido, de enfrentar crisis internas, como la de Ourense, y externas, como la de la sanidad, que sin acabar de resolver ha tenido poco peso en la competición, al menos en lo que se refiere a la decantación de los votantes de centro.

El presidente que funciona, quizás el que ha tenido menos capacidad para destacar la identidad galleguista del PPdeG, ha querido hacer de su gestión el eje de la campaña, y le ha funcionado. Pero no ha querido dejar fuera ciertos gestos del pasado, volver a escuchar las notas de Xuntos, que todavía son de referencia en los viejos votantes populares y que rememoran épocas en que este partido no estaba tan apegado a Madrid.

Quizás, porque en el fondo sabe que la organización y la identidad son los dos principales patrimonios del PPdeG, algo que solo posee, en cierto punto, el BNG y que hace que los gallegos no nacionalistas se sumen una y otra vez al proyecto popular.

Ha nacido un nuevo Rueda, lo verán muy pronto, más seguro y legitimado, más fue

rte, ojalá un poco más galleguista y ojalá, también, tan eficaz como siempre ha sido, porque será bueno para Galicia. Más allá de la izquierda o la derecha, este es un momento para desear que el nuevo presidente lo sea de todos y todas, como ha dicho.

*Profesora de Ciencia Política de la Universidade de Santiago

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