¿Es posible reformar la financiación autonómica?
La respuesta optimista es que todo es posible. La realista es que hoy es más difícil que hace seis meses. Y lo es porque los partidos que respaldan a los gobiernos vasco y catalán son incluso más relevantes en el Congreso; no por su número, sino por la aritmética resultante de las últimas elecciones. El primero no quiere hablar de revisar al alza el minúsculo cupo que pagan anualmente; y el segundo quiere un sistema lo más parecido posible al vasco.
Digámoslo otra vez más. El sistema foral es una anomalía en el panorama internacional En ningún país federal los gobiernos centrales están dispuestos a ceder su poder tributario en una parte del territorio. Además, las contribuciones vascas y navarras a los gastos comunes y a la nivelación y solidaridad son extraordinariamente pequeñas, haciendo que con una presión fiscal similar o menor, los gobiernos vasco y navarro acaben teniendo muchos más recursos que el resto. Es injusto y poco razonable. Genera agravios comparativos y voluntad de emulación, como en el caso catalán. Pero extenderlo y generalizarlo no es la solución, porque nos llevaría a que España fue una confederación desde un punto de vista financiero. Algo parecido a lo que hoy en la Unión Europea.
Por tanto, no veo factible que prospere la solución propuesta por Junts para Cataluña. Y no veo a ERC en esa línea. Solo un cambio de gobierno en la Generalitat posibilitaría que Cataluña vuelva al redil del sistema común y podamos negociar su reforma. Algo que nos lleva, al menos, hasta 2025.
Qué hacer hasta entonces. Sugiero dos cosas.
La primera es resolver algunos desajustes en la aplicación del modelo vigente. En particular, el hecho de que cuatro Comunidades Autónomas (Comunidad Valenciana, Murcia, Andalucía y Castilla-La Mancha) reciben significativamente menos dinero que el calculado y reconocido por el propio sistema. En paralelo, se pueden solventar otras cuestiones técnicas relevantes y pendientes, como hacer que las decisiones de las CCAA sobre el IRPF se trasladen a las retenciones de la misma manera que las del Ministerio de Hacienda. En síntesis, una “minireforma” que no altere los pilares del sistema.
La segunda es encauzar el problema de la deuda autonómica. Y advierto que la solución pactada entre el PSOE y ERC no vale. Porque un 20% de condonación no llega, ni de lejos, para arreglar el problema de Cataluña; y porque quitas del principal generan rechazo, en ocasiones visceral, en las Comunidades menos endeudadas. Lo que hay que hacer en sentarse en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera y diseñar una fórmula de reestructuración de la deuda de las Comunidades con el tesoro que sea útil y asumible por todos.
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