La vida no sigue igual, Julio

La necesidad de aceptar que todo pasa y que las gentes se van

Juan Carlos Herrero

Juan Carlos Herrero

No se trata de enmendarle la plana a nadie y menos a uno de los cantantes más internacionales que presume de ser español donde quiera que va. Para nada.

“La vida sigue igual” son apenas tres acordes para los neófitos que aprendimos a rasguear la guitarra de oído, pero vaya lo que han dado de sí a Julio Iglesias de la Cueva.

Sus tres acordes de aquel humilde inicio se convierten en un cuarto millón de álbumes de éxitos y ventas. Nacer con estrella, que se dice.

Ya llovió desde 1968. ¡Hey!

¿Qué va seguir la vida como entonces?, es mucho decir.

Y, claro, el tiempo vuela. Ochenta tacos son muchos, dependiendo como se mire, lo que te pesen los huesos, la reuma y todo eso.

El caso es poder cantarlo y contarlo. Siempre hay por quien vivir.

A ver. Si en el cumple de Julio, entradín en años que está, le llegan más de cuatrocientas felicitaciones a cual más nivel Maribel, ya me dirás lo de “pocos amigos que son de verdad”.

¡Dónde vas a parar!

A Pepe Domingo Castaño, como decía Carlos Herrera “no le tocaba morir”, pues eso. Nos dejó con muchos amigos que son de verdad y aquella estrofa única: “En su alma tiene su armario” cantada al amor platónico “Neniña”.

¡Qué tiempos!

No, que va. La vida no sigue igual, felizmente.

El que vengan detrás que arree, admirado Julio.

Que no nos duela el dolor ajeno, que cantó Pepe Domingo.

Que siempre haya una última canción para el relevo, aceptar el todo pasa y todo queda, que las obras se quedan y las gentes se van.

¿O no?

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