el correo americano

Mona Charen y los asuntos importantes

Xabier Fole

Xabier Fole

Mona Charen acaba de publicar una antología de sus artículos periodísticos. Todos ellos versan sobre lo mismo: la crisis intelectual y moral del Partido Republicano. Libros como este, por supuesto, hay muchos. Pero lo que hace que estos textos sean interesantes es que Charen fue republicana, y no una republicana cualquiera; colaboró en National Review (William F. Buckley le ofreció un trabajo cuando ella estaba en la universidad) y escribió discursos para Nancy Reagan. Ahora ya no lo es. Como ocurrió con otros conservadores ilustres, Charen, después de que Trump se hizo con la nominación, se fue distanciando de su formación política. Aunque, al tomar esa postura, tuvo que asumir ciertos riesgos, incluso físicos; casi la linchan en el CPAC (Conferencia Política de Acción Conservadora) cuando dijo lo que pensaba sobre el magnate y sus acólitos. En estas columnas, publicadas entre 2016 y 2023, explica por qué lo hizo.

Charen, al comienzo de las primarias republicanas, aún mantiene la esperanza de que Trump pueda ser derrotado, pero advierte sobre los peligros del movimiento MAGA, que parece contagiar al resto de candidatos, empujándolos al extremismo. “Una presidencia de Trump no parece probable”, escribe en marzo de 2016, “pero la cuestión es si los votantes van a permitir que el Partido Republicano se convierta en el partido de Trump”. Charen también defiende al establishment, que por aquel entonces comenzaba a ser denostado: “Aquellos que quieren derribar el sistema no son conservadores. Los conservadores respetan las instituciones y las tradiciones. Se requiere madurez y paciencia para alcanzar ciertos objetivos políticos”. Y se apoya en una cita de Edmund Burke, el padre del conservadurismo: “Quien prende fuego a su casa porque tiene los dedos congelados nunca podrá ser el instructor adecuado en el método de proporcionar a nuestras habitaciones un calor saludable”.

Con el tiempo, Charen se da cuenta de que el reaganismo, tal y come ella lo entiende, ha muerto. Los republicanos no desconfían del gobierno; desconfían de un gobierno en concreto, el de Obama, a quien no pueden ver ni en pintura. La derecha, a su juicio, está reproduciendo los peores errores del progresismo radical; la personalidad del candidato se ha convertido en lo único esencial; piensan que todo se solucionará si la “persona adecuada”, en este caso un outsider, asume la presidencia. Pero la columnista insiste en que el problema de los republicanos es, fundamentalmente, la hipocresía; la mayoría de ellos no son extremistas ni creen en las teorías de la conspiración, pero cuando estos grupos comienzan a tener algo de éxito, miran hacia otro lado, haciendo como que no se enteran.

"Charen prefiere centrarse en lo que ella considera el asunto más urgente: proteger la democracia de un ególatra al que no le importaría destruir las instituciones para mantenerse en el poder"

Cuando una parte de National Review (Rich Lowry, Ramesh Ponnuru), a la luz del fervor ideológico del nuevo movimiento, defiende las virtudes del nacionalismo, Charen establece una distinción entre nacionalismo y patriotismo, afirmando que el “nacionalismo es el patriotismo de los demagogos”. El patriotismo, según Charen, “ya es suficiente, no necesita ser expandido”, y concluye: “Los demagogos de la derecha (o nacionalistas) argumentan que todos nuestros problemas se deben a que los inmigrantes nos quitan nuestros trabajos. Esto no es una demostración de amor a la patria ni una defensa de los ideales americanos. Es una búsqueda de chivos expiatorios”.

A Charen tampoco se le escapa el modo en que Fox News se ha ido convirtiendo en un foro, como los que nacieron en las redes sociales, donde se aceptan como posibles las teorías más rocambolescas, señalando la ironía que sus espectadores no parecen pillar: quienes les alertan sobre la llegada de los bárbaros (supuestamente de izquierdas) siguen las directrices de un bárbaro (supuestamente de derechas). Después de anunciar que va a votar por Joe Biden, muchos le reprochan a Charen que lo haga conociendo la posición de Biden sobre el aborto. Ella se defiende: “Sigo siendo provida y no he cambiado. Encuentro que el aborto es una práctica aberrante y persistiré en persuadir a otros sobre ello. Pero hay otras muchas cosas que también son inmorales. Como estafar y abusar. O demonizar a un grupo de personas. O incitar a la violencia. O robar. O mentir”.

Trump, según Charen, compadrea con los autócratas y casi provoca un golpe de estado. Esto es grave; no se puede pasar a otra cosa como si nada hubiera pasado. No entiende, por tanto, que un periódico como “The Wall Street Journal”, basándose en una propuesta sobre educación, apoye a la candidata Kari Lake para gobernadora del estado de Arizona (quien se niega reconocer los resultados de las elecciones de 2020) ni que el Partido Republicano haya normalizado a una congresista como Marjorie Taylor Greene, propagadora de bulos y conspiraciones. Es que antes de ponerse a debatir sobre las subidas de impuestos o la política exterior, Charen prefiere centrarse en lo que ella considera el asunto más urgente: proteger la democracia de un ególatra al que no le importaría destruir las instituciones para mantenerse en el poder. La columnista sigue siendo conservadora (por eso es conservadora, diría ella). Aunque, de este estilo, ya quedan pocos.