EL DESLIZ
Periodistas o sujetacronómetros
Como madre me vi muy representada en el cara a cara electoral. Como periodista, bastante avergonzada. Que te calles. Que te calles tú. Ha empezado él. Lo estaba contando yo. No es verdad. Dile que no hable cuando yo hablo. Dile que no haga gestos cuando estoy hablando yo. Ha empezado ella. Mentira. Mentirosa tú. Mentiroso tú. Que no he terminado. Pues termina ya. Que te calles. Que te calles tú. Por su culpa se me ha olvidado lo que iba a decir. No sería importante. Que cierres la boca ya. ¿Puedo hablar yo?
Un barullo como una maraña de lana sobrevoló la mesa donde se sentaban el lunes Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, produciendo un ininteligible diálogo de sordos. ¿Pero no se había acabado “Sálvame” y su escándalo vocinglero? La telebasura ni se crea ni se destruye, solo se transforma y ahora toca política. Todo el plano para los contertulios solitos, y fuera, a una distancia considerable, dos periodistas que no hicieron su trabajo. Habida cuenta de los currículums de ambos, Vicente Vallés y Ana Pastor, no sería por falta de ganas. Simplemente, no se requería su oficio. Ocurrió lo que ocurre cuando nadie tercia en una conversación, que esta discurre por donde desean los participantes y propende al precipicio del aburrimiento. Si se trataba de que los candidatos principales a las próximas elecciones nos largaran sus consignas precocinadas una detrás de otra, bien. Txapote en su chapapote, Fernández Vara y los violadores, el sanchismo y el galleguismo. Si la cuestión era ofrecer un programa de interés para el espectador/votante con algún valor informativo como exige una democracia adulta, y una pizca de periodismo, qué gran decepción. Suerte que no habrá más.
"Un barullo como una maraña de lana sobrevoló la mesa donde se sentaban el lunes Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, produciendo un ininteligible diálogo de sordos"
En el único duelo solo se aclaraban los del cronómetro, presentados como el sumun del ejercicio profesional competente. Se han sustituido a los moderadores por jueces deportivos expertos en que uno no tenga más segundos que su adversario, daba mucha risa observar cómo los relojes de Sánchez y Feijóo caminaban al unísono mientras ambos se pisaban el turno y hablaban por encima del otro para desgracia de la audiencia, castigada por discursos tan mal articulados como crispantes. Porque a quién lo importa lo que se diga si cada uno consume los segundos que le corresponden. A duras penas los presentadores ejercían la función de avisar cuando se acababa un bloque temático para empezar otro, su única y magra aportación.
Ninguna de las escasas preguntas fue contestada, y especialmente obviada resultó la de Pastor a Feijóo sobre el negacionismo de la violencia machista de que hacen gala los socios del PP de Vox en gobiernos autonómicos y ayuntamientos. No molestes con cosas de chicas y hablemos de que gobierne el partido que obtenga más votos, que aquí nadie será completamente feliz el 24-J y nos podemos poner de acuerdo los del bipartidismo en vivo y en directo. Imposible insistir, ni repreguntar, ni cuestionar los abundantes datos adulterados que se proporcionaron, ni parar en seco las repeticiones de eslóganes para generar un debate en condiciones. “Se están autogestionando muy bien los tiempos”, adulaban los dos presentadores encantados del absurdo contrarreloj, no vayan a llamar mañana arriba los jefes de campaña. Entregados a su papel de mayordomos. Pues hala, la próxima vez que salgan solos, con un par de pantallas para introducir los asuntos y un árbitro que les dé paso con un silbato.
@piligarces
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