Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Duran

La misteriosa historia de los dogones y la estrella más brillante del firmamento

Los dogones son un grupo étnico que habita en la región central de Mali, cerca del río Níger. Históricamente habían sido desplazados hacia esta zona por la presión de otros pueblos islámicos debido a su negativa a abrazar el Corán, ya que, efectivamente, los dogones tienen una religión propia muy elaborada dirigida por el “hogón” o líder espiritual y político.

Por su parte, en la constelación del Can Mayor encontramos a Sirio, que es una estrella binaria y que, por tanto, como el sistema tatooine de la Guerra de las galaxias, consta de dos soles conocidos. Sirio A es una estrella blanca, una vez y media mayor que el sol y, al menos, 22 veces más luminosa, lo que la hace la más brillante del firmamento, aunque no sea la estrella más cercana, (está a 8, 6 años luz de la tierra). Sirio B es una enana blanca que completa su órbita en torno a la estrella principal cada cincuenta años, tiene un brillo débil y aunque es muy masiva tiene el tamaño de la tierra, por lo que no puede verse sin telescopio. Pese a que su existencia ya se había predicho hacia mediados del siglo XIX, fue observada por primera vez por un constructor de telescopios de Boston llamado Graham Clark el 31 de enero de 1862.

Al ser el sol más brillante del cielo nocturno, ha sido adorado o reconocido por multitud de culturas. Para los antiguos egipcios era la diosa Sopdet identificada en algunos textos como Isis y su primera aparición en el horizonte, (el denominado orto helíaco), coincidía con las primeras crecidas del Nilo, por lo que la incorporaron a su calendario, algo que también hicieron los griegos que la denominaban la “estrella perro”. Para los inuits era la “estrella perro luna”, para los pawnees de Nebraska “estrella coyote” y en la China antigua era conocida como “lobo celestial”, nombres referidos todos ellos a la forma de su constelación.

Al igual que en estos otros pueblos, Sirio también ha formado parte de la mitología dogona desde tiempos inmemoriales, pero con una diferencia fundamental, para los dogones, Sirio es un sistema estelar ternario. Es decir, presuntamente conocían la existencia de Sirio A y Sirio B antes del nacimiento del telescopio e incluso afirman que existe un tercer sol en dicho sistema.

A partir de 1930, el antropólogo francés Marcel Griaule realizó diversas expediciones a Mali, sus numerosos estudios, incluyendo las conversaciones con el “hogón” ciego Ogotemmeli, resultaron sorprendentes. Los dogones, que apenas habrían tenido contactos con occidentales antes de su llegada, demostraban tener avanzados conocimientos astronómicos, los cuales le habrían sido transmitidos, en tiempos remotos, por los que denominaban dioses nommo u hombres anfibios que habrían viajado desde Sirio. Griaule incluso señaló que cada 50 años celebraban la fiesta sigui o de Sirio, que coincidiría con el periodo orbital de Sirio B.

La obra de Griaule, completada por la también antropóloga Germaine Dieterlen, generaría todo tipo de especulaciones y publicaciones fantásticas. La más celebre es la del estadounidense Robert Temple “el misterio de Sirio”, para quien los sorprendentes conocimientos astronómicos de los dogones habrían sido transmitidos por una civilización extraterrestre. Uno de los principales argumentos de Temple y de sus seguidores se centraba en el gran conocimiento sobre Sirio B, e incluso en un posible futuro descubrimiento de Sirio C.

De hecho, a lo largo del siglo XX varios astrónomos advirtieron que en el sistema de Sirio se daban unas ligeras perturbaciones gravitacionales que podrían apuntar a la existencia de un tercer astro. En 1995 dos astrónomos franceses, Daniel Benest y Jean Louis Duvent, tras un profundo y documentado estudio sobre el movimiento de las dos estrellas llegaron a la conclusión de que existía un 90% de posibilidades de que dichas perturbaciones estén causadas por una tercera estrella, una enana roja o una enana marrón de entre 36 a 50 veces la masa de Júpiter y que estaría rotando alrededor de Sirio A cada 6,3 años a una distancia un poco inferior al que este planeta lo hace del sol. ¿Demostraba esto que los dogones, no solo conocían la existencia de Sirio B antes del nacimiento del telescopio, sino incluso de Sirio C antes de que fuese observado con la tecnología del siglo XXI? ¿Podrían llegar a ser verosímiles las teorías de Temple?

"Los dogones, que apenas habrían tenido contactos con occidentales antes de su llegada, demostraban tener avanzados conocimientos astronómicos"

decoration

En realidad, es muy probable que los dogones hubiesen tenido contacto con occidentales antes de las expediciones de Griaule y Dieterlen. El antropólogo danés Walter Van Beek publicó, a finales del pasado siglo, un trabajo titulado, Dogon Restudied. A Field Evaluation of the Work of Marcel Griaule, en el que pone en cuarentena las conclusiones del francés y habla de posibles contactos de este pueblo con jesuitas e incluso con una expedición de astrónomos a finales del XIX. La obra de Griaule y especialmente la de Temple también ha sido cuestionada por astrónomos como Carl Sagan o Ian Ridpath o por periodistas especializados como James Oberg.

¿Y Sirio C? Que yo sepa y salvo que se me estuviese escapando alguna noticia reciente al respecto, no ha aparecido por ningún lado y ello pese a búsquedas muy específicas como las realizadas desde el observatorio de Mauna Kea en Hawái. ¿Entonces que podría estar causando las perturbaciones gravitacionales del sistema? La respuesta es que no se sabe. Podrían ser varias las posibles causas. Que realmente exista una enana roja o marrón pero que no se haya podido llegar a observarla todavía o la existencia de grandes exoplanetas gaseosos como Júpiter o quizás, la más plausible, por un proceso de acreción entre las dos estrellas. Es decir que Sirio A le estuviese robando materia a Sirio B. Cuando dos estrellas se encuentran lo suficientemente próximas se puede producir una transferencia de elementos hacia la de mayor masa.

En cualquier caso, la historia de los dogones y la de sus conocimientos astronómicos es fascinante y quién sabe, con la enorme cantidad de planetas acuáticos que contiene el universo, quizás en el futuro descubramos civilizaciones de hombres anfibios.

Compartir el artículo

stats