Es difícil encontrar una gesta en la historia de la humanidad capaz de igualar en todos sus aspectos (poder de la voluntad, heroísmo, importancia estratégica y relevancia comercial) a la vuelta al mundo patrocinada por el Emperador Carlos y comandada por el portugués Magallanes y el vasco Elcano, de cuyo final se acaban de cumplir 500 años. Ponderando medios disponibles e incluso consecuencias prácticas, a su lado la llegada a la luna es un jueguecito. Que quienes ceban los grandes relatos no la tengan en cuenta –y, por tanto, el mundo tampoco– es entendible, atendida la escasa relevancia de España en el orbe. Pero que aquí apenas forme parte de la memoria viva y continuamente realimentada es una muestra de ignorancia que remite a la incuria del sistema educativo, el despiste de la galaxia mediática y la incapacidad de la industria audiovisual para verter la gesta en lenguaje actual.