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Cien días

En medio de un país en fiestas, el cumplimiento de los cien primeros días de Alfonso Rueda como presidente de la Xunta (y del PPdeG, no se olvide), pasará un tanto inadvertido. Y sin embargo, nada debe escapar a los sensibles radares de las maquinarias políticas ante un año y medio donde se disputarán las sucesivas batallas de la inminente contienda electoral. Municipales, autonómicas y generales pautarán todos los discursos, todas las decisiones y todas las estrategias de los partidos en liza. Es desde esta perspectiva a futuro donde en realidad importan los cien primeros días de Rueda.

E importa este breve tiempo convencional porque puede ofrecer pistas sobre la calidad del liderazgo de Rueda. Es paradójico que aún hoy busquemos rasgos singulares de identidad en quien lleva trece años emboscado en la primera línea de la Xunta y del principal partido político en la comunidad, pero las cosas son como son, incluido el apocamiento con que el actual presidente afrontó su debate de investidura, arrinconado por el empuje teatralizado de Ana Pontón, la portavoz del BNG.

Beneficiario de una lógica continuista y de mero corrimiento del escalafón, Rueda ha ensayado en tono menor tanto la crítica al gobierno de Pedro Sánchez como el papel de escudero de Feijóo en las visitas de este a Galicia. En correspondencia con este papel subalterno, el presidente del gobierno atendió su petición de encuentro encajándolo en la misma jornada que dedicaría a los presidentes de Castilla y León y Andalucía, un desdoro que Galicia no merecía. En la agenda de Rueda para la ocasión, cuatro asuntos protagonistas: la mejora de la atención primaria, los fondos europeos para la recuperación, las infraestructuras –con el viaducto de la A6 y los trenes “Avril” de alta velocidad a la cabeza– y el traspaso de la competencia de la gestión del litoral. Sobre esta última cuestión, la negativa fue inmediata; respecto de los fondos, la realidad nos muestra las debilidades de que adolecen nuestros proyectos para cumplir con los requerimientos de las ayudas; del resto, se seguirá hablando.

La dinámica política a partir de septiembre colocará a Rueda en la necesidad de afrontar varias complicadas pruebas. La primera, mejorar los resultados electorales en las municipales; la segunda, lograr que el balance de la Xunta ofrezca algo más que datos record del Xacobeo. El tutelaje de Feijóo será estrecho, natural y obvio por imprescindible, pero las cañas con que Rueda fue recibido pueden tornarse en afiladas lanzas a nada que los resultados no acompañen o que su peso político no gane algunos kilos de seu.

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