Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ceferino de Blas.

Arboles con DNI: del olivo al magnolio

Escribía L.D. Cao-Cordido que “el árbol es el mejor amigo del hombre”, aunque añadía, “a pesar de ello la mayoría de los hombres no son amigos de los árboles”. Laureano Domínguez Cao-Cordido fue uno de los grandes periodistas vigueses del segundo cuarto del pasado siglo, que acabó la etapa profesional en Madrid, de delegado de “La Vanguardia” de Barcelona.

Entre sus logros anota una entrevista a Trostky en la cárcel de Vigo, donde estuvo algunos días. En plena I Guerra Mundial, León Trostky, “que había sido expulsado de Francia y más tarde de América, vino a buscar hospitalidad en España, al amparo de nuestro pabellón neutral”.

Pero sobre todo es el debelador de los infundios del desinterés artístico de los vigueses, con su artículo “El arte en Vigo”, publicado en el famoso “Catálogo de Vigo” de PPKO, de 1928. Defiende a capa y espada la sensibilidad por el teatro, la arquitectura, la música y la pintura de los vigueses.

Cuando escribe sobre los árboles, en plena posguerra, es para resaltar una “campaña de divulgación sobre arboricultura” que se iniciara en la provincia de Pontevedra. Con lo que se demuestra que la preocupación por los árboles en Vigo es antigua.

En los últimos tiempos lo es por algunas polémicas decisiones que se toman. Se producen talas, a veces discutibles o podas a destiempo, como puede apreciarse por los videos que circulan por las redes.

La mayor crítica la causan las talas de los ejemplares de buen tamaño, que se justifican por las obras que se realizan, pero a veces sin otro argumento que una presunta falta de profundidad de las raíces.

"El olivo podría verse afectado por las obras del túnel de la Porta do Sol y el magnolio ha sido declarado árbol singular"

decoration

En cualquier caso, hay que congratularse porque haya mucha gente, cuanta más mejor, que se interese por los árboles. Demuestra que crece la afectividad de los vigueses por la naturaleza, lo que significa que la sociedad mejora, aunque haya una minoría de indeseables que incendian los bosques.

La sensibilidad aumenta cuando se singulariza, porque los árboles tienen nombre e historia que los distingue, a diferencia de otros buenos ejemplares que forman parte de un conjunto.

En estos momentos hay dos que son objeto de atención pública, ambos con DNI, el olivo de Vigo y el magnolio de Tabagón. El primero es motivo de honda preocupación, el segundo de intensa alegría.

El olivo, el árbol totémico vigués, que compone tan bella escena asomado desde el Paseo de Alfonso a la ría, podría verse afectado por las obras del túnel de la Porta do Sol a la calle Conde de Torrecedeira. Es evidente que el Ayuntamiento ha extremado las precauciones, y la empresa que se encargue de proteger sus raíces debe ser la mejor entre las mejores. No caben errores. De ninguna de las maneras puede verse afectado, y que le ocurra lo que a su predecesor en el siglo XIX, que fue derribado cuando se ejecutaron las obras de construcción de la actual iglesia de Santa María, la colegiata. Según la tradición, un esqueje del primitivo olivo es lo que mantiene lozano el árbol símbolo de Vigo.

El segundo caso es de alegría: el magnolio de Tabagón, que Faro de Vigo propuso hace ocho años que fuese distinguido de forma especial –tras visitar la finca con su propietaria, María del Carmen Fernández Carrera–, lo ha sido, al ser declarado árbol singular.

Al empezar el mes de marzo de 2014, escribíamos en estas páginas:

“El espectacular florecimiento del gran magnolio de la finca de los Carrera en San Miguel de Tabagón ha vuelto a producirse cuando se vislumbra el final del invierno… En esta época, como ocurre en el Jerte con los cerezos en flor o en Alicante, con la floración de los almendros, debiera ser visita obligada para contemplar los magnolios de Tabagón.

Es tan impresionante el espectáculo que a veces se oye el chirriar de un automóvil que transita por la carretera. Los conductores no esperan aquella visión y frenan de súbito frente a la finca de los Carrera, donde crece un magnolio bicentenario, junto a una casa de 1787. Lo que ven es una explosión de color en el albor de la primavera.

El Ayuntamiento de O Rosal haría bien en instalar una señal, como las que indican la proximidad de un dolmen o un templo románico, en este caso la existencia de los magnolios de Tabagón”.

Olivo y magnolio, dos árboles con DNI, han acaparado el protagonismo en este verano entre un mar de noticias, como ocurría hace ochenta años cuando Cao-Cordido festejaba los aciertos en la campaña de arboricultura de la provincia. Es la señal de que el interés que despiertan ha calado en la gente que ha comprendido que el árbol es el mejor amigo del hombre.

Hay que alegrarse de que Patrimonio haya reconocido el magnolio de Tabagón -–en la finca de los Carrera hay dos, aunque uno es el impresionante–, como monumento natural, y estar atentos para que no se cometa el más leve error en la preservación del olivo de Vigo. Sería imperdonable.

Compartir el artículo

stats