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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La “tranquilidad”

Es una buena sensación, la de “tranquilidad”, la que dejó el presidente de la Xunta tras su encuentro con el del Gobierno. En un tono, además, que corresponde al respeto institucional que debiera ser la norma habitual –y por tanto no la noticia– en cualquier entrevista de representantes de la soberanía popular. A partir de ahí, como estricta opinión personal, el balance práctico de la cita habrá que dejarlo en manos de la divina providencia que, por lo ya reiterado en otras ocasiones acerca de los precedentes, siempre será mejor para Galicia que la voluntad práctica de don Pedro Sánchez. Hasta ahora no hubo motivos para una confianza digna de tal nombre en otras ocasiones y por eso se entrecomilla lo de la “tranquilidad” que trata de transmitir su interlocutor.

Es de agradecer, no obstante, porque el momento no está como para más angustias y, además, porque su señoría sigue el consejo que un monarca español –de la dinastía de los Austria–, daba a sus coetáneos: “sosegar a los súbditos es el primer mandato de un buen gobernante”, atribuyen a Felipe II. Y aunque hoy en día lo de los súbditos pasó a la historia, la recomendación sigue siendo válida. Y quizá especialmente oportuna en la España. de hoy. En todo caso, y en lo práctico, hubo lo que suele ser balance de este tipo de encuentros: uno de los asistentes expone problemas, argumentos y propone ideas como solución y el otro se da por enterado y toma nota.

(Es más: con algo de suerte puede que algunos de los puntos de la agenda le consten al anfitrión e incluso ya se encuentren en marcha. Es el relato público de la rueda de prensa posterior al encuentro en Moncloa. En el que el titular de la Xunta fue al grano, habló del PERTE de automoción que no favorece a la factoría de “Stellantis” en Vigo sobre lo que el presidente del Gobierno se “ocupará” ,al igual que acerca de proyectos industriales en Lugo y A Coruña; por supuesto, del remate del AVE y, parece que a fondo, de la problemática sanitaria por la escasez de médicos, personal de enfermería y, en general, de recursos adecuados para atender comm’il faut la salud pública.)

Ocurre que, por más que el señor Sánchez afirmase su buena disposición, no parece existir calendario concreto. Ni siquiera para la reforma del sistema de financiación autonómica, aunque se manejen cifras del vigente que, merced al aumento de impuestos, hacen que la Xunta “se forre”, término despectivo que en su día utilizó don Alberto Núñez para fustigar a la coalición PSOE-UP y que ahora se podría volver contra el PP. La agenda que el presidente Rueda llevó a Madrid –”avalada” por la oposición: ya se verá cuanto dura el respaldo– era acertada y extensa, aunque sin agotar el catálogo de cuestiones pendientes, pero lo cierto es que salió Moncloa no ya sin documentos de obligado cumplimiento, sino sin plazos, cifras y, en generales, sin datos concretos.

Pero eso no puede ni debe considerarse un fracaso: al fin y al cabo, es algo común a la gran mayoría de ese tipo de “cumbres” que al final resultan sólo la parte superior de una pequeña colina. Aún así, si el presidente Rueda Valenzuela resaltó lo de la tranquilidad, hay que creerle por una razón sobre cualquier otra: de no salir así de Moncloa, a estas horas habría que estar, en este lado del Macizo Galaico, casi cuerpo a tierra. Y estos días de verano no son propicios para aumentar los sudores que ya esperan en la ola de calor tropical que se anuncia desde hoy. Ya vale.

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