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Alberto Barciela

Laxeiro y una caja de pinturas que contenía un universo

Ramón María Aller Ulloa, astrónomo, matemático y sacerdote de Lalín, le regaló a Laxeiro su primera caja de pinturas al descubrir sus cualidades para el dibujo. Ambos eran de la misma parroquia, Donramiro, en Lalín. Los dos alcanzaron las estrellas de la universalidad. Al primero le dedicaron el Día do Científico Galego, lo hizo la Real Academia Galega de Ciencias en 2011; al segundo, el Día de las Artes de este 2022, por decisión de la Real Academia Gallega de Bellas Artes, presidida por Manuel Quintana Martelo.

Ramón María Aller construyó el primer observatorio astronómico de Galicia en Lalín y descubrió cuatro estrellas. Como reconocimiento a su labor, el especialista lunar inglés Hugh Percy Wilkins otorgó el nombre del gallego a un cráter en la Luna. Con seguridad, Laxeiro, creador de creaciones infinitas, ideador de mundos, merece un satélite, una galaxia o mucho más. Lo que es cierto es que ambos, con sus vislumbres, han llevado el nombre da Terra, Nai e Señora, a confines impensados, a cotas imaginadas por “nenos labregos”, como escribió Neira Vilas, por seres que “desde el lugar más pequeño del mundo”, como dijo Risco, han querido o han sabido “ver el universo”.

Ahora, el homenaje a Laxeiro, y a través suyo, a buena parte de la pintura gallega, llega a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, en la que se formó el pintor. La exposición “Foi un home. Laxeiro en América” (Buenos Aires, 1950-1970), también se exhibirá en París y Santiago de Compostela, todo tras pasar por la propia tierra natal del autor homenajeado. La propuesta cuenta con apoyo de instituciones como el Gobierno de la Xunta, a través de la Fundación Cidade da Cultura y del Xacobeo 21-22, en colaboración con el Ayuntamiento de Lalín, el Instituto Cervantes o la Embajada de España en Francia. Todo un acontecimiento.

Las obras seleccionadas se centran en las dos décadas (1950-1970) en las que Laxeiro se instaló en Buenos Aires, “considerada su etapa de madurez con una notable evolución formal en su pintura, condicionada por el contacto con un mundo cosmopolita y con el ambiente intelectual gallego de la capital argentina”, en palabras del comisario de la muestra Carlos L. Bernárdez. La exhibición se completa con pinturas de autores como Carlos Maside, Manuel Prego de Oliver, Manuel Pesqueira, Antonio Faílde, Luis Seoane o Julia Minguillón, recreando simbólicamente la exposición de Buenos Aires de 1951 que motivó la marcha de Laxeiro a América.

Laxeiro fue un hombre llamado José Otero Abeledo, un ser humano que alcanzó la gloria de artista en vida. Como barbero ambulante deambuló por corredoiras en su Lalín natal, convirtió a Vigo –con sus amigos Lugrís, José María Barreiro, Sevillano, Pousa, Mariño, Lodeiro, Mantecón, Eduardo Blanco Amor, Celso Emilio Ferreiro, Valentín Paz Andrade, Paco Fernández del Riego, etc.– en capital cultural de Galicia; cruzó océanos hasta Buenos Aires; se elevó sobre el cielo de Madrid tertuliando en el Café Gijón con Carlos Oroza; regresó a la ciudad olívica, para estar con Antón Pulido, Xavier Magalhaes o Alfonso Sucasas –del que el 26 de junio se cumplen diez años de su muerte–. Y, siempre, pintó mundos en un universo de genuino estilo. Su Fundación, comandada con acierto por su nieto Carlos García-Suárez y por Javier Buján, nos lo recuerda de manera permanente. Esta semana lo compartiremos con el mundo. Laxeiro, su obra, Lalín, Vigo, nuestra emigración y el arte gallego, bien lo merecen.

Un pequeño regalo, una caja de pinturas, obró el milagro de crear una galaxia de arte. A Ramón María Aller y a su hermosa caja de pinturas le debemos el universo Laxeiro.

*Periodista

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