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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los mapas

Uno de los aspectos más llamativos del futuro “verde” que no pocos auguran para Galicia –o más exactamente para lograr avances sustanciales en su capacidad energética que permitan rebajar su actual y alta dependencia– es la ausencia de datos concretos sobre el porvenir –por ejemplo– de las eólicas, plazos, zonas, proyectos, etcétera. Incógnitas que de por sí constituyen un daño para Galicia, al que añadir el que se desprende de la noticia que acaba de publicar FARO sobre la agilidad europea en la gestión de los proyectos y la pasividad, o acaso parálisis que se padece en la España toda como si en lugar de viento aprovechable se hablase de suaves brisas. Y de esos polvos vienen estos lodos.

Es asunto serio, que además no se limita al sector energético, clave en estos tiempos de guerra –la propiamente dicha y la diplomática, colateral–, sino para otros de los que Galicia depende para su progreso. Por ejemplo, y sin ir más lejos, el sector naval, acerca del que sorprende que nadie haya comentado que algunos de sus astilleros tienen ya previsión de contratos acerca de lo que vayan a necesitar las plataformas eólicas marinas. Una posibilidad que supondría para este Reino inversiones multimillonarias –en euros, por supuesto: ni dólares ni rublos– y la consolidación, además de la creación, de puestos de trabajo.

Por ahora, lo que se ha sabido es el interés de varias grandes empresas por las posibilidades de esos parques en el litoral gallego y las protestas, habrá que suponer que “preventivas”, de organizaciones ecologistas y del sector pesquero por posibles daños medioambientales las primeras y por causar efectos nocivos en su actividad el segundo. Pero, y conviene insistir en ello, lo curioso es que no se sabe aún si esas instalaciones se construirán cerca del litoral gallego, del mismo modo que en apariencia las autoridades que en su momento tendrán que informar, y/o decidir, guarden silencio acerca de un asunto que puede ser clave.

Ya puestos, parece peor aún que no hayan movido un dedo cara al futuro, al menos que se sepa, municipios, diputaciones, Xunta o Gobierno central. Que actúan como si no les interesasen los parques, e incluso como si no quisieran lograrlos. A estas alturas tendrían que estar confeccionados mapas de las zonas en las que pudiesen instalarse las eólicas marítimas. Aparte de un estudio científico detallado de esos sectores, las especies que en ellos se capturan, etcétera. Para ganar tiempo y sobre todo para responder con seriedad a las inquietudes que suscitan esas plataformas, de forma que pueda explicarse y demostrar que son infundadas.

Ítem más. Cuando llegue el momento, o ya mismo, cabría trabajar en otros mapas, los de los molinos de viento susceptibles de ubicarse en el interior del país. Y si todo se incluyese en un marco de auténtica Ordenación del Territorio, que es una asignatura pendiente, cabría la opción de que Galicia se hiciese con las inversiones ya planteadas, y otras. Harán falta barcos para suministrar personal, material y recursos a las plataformas y, desde luego, construirlas, factor de negocio en lo que ya trabajan astilleros públicos. Y olvidar a los privados sería una idiotez casi tan grande como la de que mientras Europa acelera, aquí se tarden años en despachar las documentaciones y trámites oficiales. Increíble, pero desgraciadamente cierto.

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