Como pueden advertir fácilmente, el título de esta reflexión, aunque plantea una pregunta, implica una toma de postura: da por sentado que los partidos políticos que proponen opciones de centro no logran concitar una respuesta mayoritaria de la ciudadanía. La cuestión es sorprendente si se tiene en cuenta el conocido aforismo latino de “in medium virtus est”, atribuido a Horacio y recordado por San Agustín, que viene a defender, en general, la bondad del equilibrio de toda postura centrada entre dos extremos. Propuesta que aplicada a la política implica apostar por una formación que defienda una ideología intermedia entre la derecha y la izquierda.

La cuestión en política llama todavía más la atención cuando se comprueba que uno de los lugares comunes es que las elecciones se ganan desde el centro; esto es, captando el nutrido número de votos flotantes representado por la ciudadanía moderada. ¿Cómo es posible a la vez que no triunfen los partidos de centro y que gane las elecciones el partido que capte el voto de los que están más o menos equidistantes entre la izquierda y la derecha?

La explicación obedece a razones teóricas que tienen que ver con la propia ideología de centro y a razones que se extraen de la experiencia de cuando estas formaciones obtuvieron un importante éxito electoral.

Entre las razones teóricas, la primera es que en las inclinaciones políticas de cada ciudadano influyen por lo general más los factores emocionales que los racionales, y las emociones y sentimientos nos empujan hacia los extremos, mientras que la razón lo hace hacia el centro. Y es más fácil dejarse guiar por las emociones que por las razones. A lo cual se puede agregar –segunda razón– que el voto de centro implica una elaboración intelectual que requiere un esfuerzo de construcción ideológica que la mayoría perezosa de la ciudadanía no está dispuesta a hacer. Fruto de esta convicción intelectual es que al ciudadano de ideología centrista le importa ser coherente con su credo político minoritario, aunque no gane las elecciones. Y, como tercer factor, derivado de los otros dos, cabe recordar que la ideología de centro, que en nuestros días se aproxima al liberalismo, es inestable: cuando las opciones políticas mayoritarias no son muy extremas el votante de centro tiene muy difícil reconocer espacio ideológico en el que debe asentarse.

En cuanto a lo que enseña la experiencia, se constata que cuando la formación centrista obtuvo buenos resultados electorales no supo administrarlos, sobre todo por el personalismo de sus líderes. Veamos tres ejemplos que acreditan lo que digo y que expongo por orden cronológico: el de Coalición Galega, el de UPyD y el más reciente de Ciudadanos.

Coalición Galega surgió como coalición electoral para participar en las elecciones municipales de 1983 y se formó por el Partido Galeguista, exmilitantes de la UCD y sectores del galleguismo moderado. Los buenos resultados que obtuvo la coalición en las elecciones municipales (125.000 votos) propiciaron que al año siguiente se transformase en un partido nacionalista moderado y centrista.

“No pueden aspirar a posiciones mayoritarias y sí a favorecer la gobernabilidad del partido mayoritario con el que pacten”

Pues bien, en las elecciones autonómicas de 1985 con Pablo González Mariñas como cabeza de cartel y con el apoyo de CiU, obtuvo 163.425 votos, el 13% del electorado, que fue un magnífico resultado y le daba la posibilidad de pactar con la izquierda o la derecha. El resultado final fue que Coalición Galega favoreció la elección de Gerardo Fernández Albor del PP como presidente de la Xunta de Galicia. Sin embargo, el pueblo gallego percibió muy pronto la inestabilidad de la situación política porque ya en febrero de 1986 Coalición Galega conversó con el PSOE para apoyar una moción de censura contra el PP que estaba en el Gobierno. Lo que sucedió después habla por sí solo: en las elecciones Generales de 1986 Coalición Galega tuvo un diputado; después de algunas divisiones internas, en las autonómicas de 1989 obtuvo 2 escaños, y en las de 1993 ninguno.

La evolución en UPyD es parecida a la de Coalición Galega. En las generales de 2008 consiguió un solo escaño por la circunscripción de Madrid en la persona de su cabeza de lista, Rosa Díez. En las elecciones generales de 2011 UPyD se convirtió en la cuarta fuerza política de España al recibir 1 143 225 votos (4,70 %), alcanzando 5 escaños. Sin embargo, perdió toda su representación en las Cortes Generales en las elecciones de 2015, convirtiéndose en la undécima fuerza política con 155 153 votos (0,62 %).

Por último, algo similar está sucediendo con Ciudadanos. En un excelente artículo de Edurne Uriarte en ‘El Debate’, titulado “CS: el gran fracaso”, esta politóloga, entre otras cosas, afirma que: “La magnitud de un fracaso tiene mucho que ver con las expectativas, y las que se crearon alrededor de Ciudadanos fueron tan grandes que su caída es estruendosa”. Añade que “Cs quería ser alternativa a izquierda y derecha, y al mismo tiempo liberal, pero sin ser de derechas, aunque el liberalismo sea una de las grandes corrientes de la derecha europea. Es decir, un disparate”.

Falta por ver el resultado de Cs en las próximas elecciones generales, pero todo parece indicar que su descenso en número de escaños va a ser imparable. En las últimas elecciones a la Comunidad de Madrid no obtuvo ningún escaño y las encuestas reflejan que puede quedarse sin representación parlamentaria a nivel nacional.

Lo que antecede creo que confirma que los partidos de centro nunca logran convertirse en mayoritarios. Y creo que corrobora también que sus líderes no acaban de captar la esencia ideológica política que les sirve de fundamento. No son partidos que puedan aspirar a alcanzar posiciones mayoritarias, sino que deben aspirar a favorecer la gobernabilidad del partido mayoritario con el que logre pactar. Esta misión política es muy relevante y de haber sabido con claridad los partidos de centro que este era su verdadero cometido las relaciones entre el Estado central y las Autonomías habrían sido más equilibradas y solidarias.