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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El desafío

La verdad es que, al menos desde un punto de vista personal, hay muy pocas cosas que sorprendan a los observadores en política. Quizá deba excluirse a los más jóvenes, pero no porque el modus de hacerla varíe, sino porque aún les falta tiempo para acostumbrarse. Y es norma, no escrita, que quien controla el aparato en los partidos lo controla todo en los procesos electorales, especialmente las listas. De ahí el reproche, habitual, de quienes pierden alegando el “oficialismo” de los rivales y la negativa de los vencedores a haber tenido ventaja.

En el PP de Vigo ha pasado otra vez. La victoria de la señora Fernández Tapias ha sido lo bastante clara como para que no se pueda alegar “pucherazo” y la derrota de don Javier Guerra se produjo con un respaldo interno que solo los insensatos pueden ignorar. Por todo ello la situación se parece peligrosamente a la que ya ocurrió en 2019, y que se saldó con la práctica destrucción del PP local y el arrollador triunfo del señor Caballero. Pero que nadie se equivoque: fue de don Abel mucho más que del PSOE. Eso, el decisivo factor personal, no es nuevo en Galicia, pero sí en la principal de sus ciudades, que nunca tuvo liderazgo claro.

Bien, ahora lo tiene, y consolidado, lo que hace la tarea de doña Marta Fernández especialmente difícil. Ocurre que los liderazgos, al igual que los individuos, no duran siempre: ejercen, como el resto de los mortales, se desgastan y después desaparecen. Aunque el general MacArthur opinase que se “desvanecen lentamente”. Pero lo dijese Pero Grullo o el vencedor de la guerra en el Pacífico, eso sucede. Y precisamente para eso, para garantizar la democracia, existen las alternativas que permiten fortalecer las democracias e impedir que el liderazgo sea cesarismo o, peor aún, mesianismo.

Hoy, la señora Fernández Tapias es ya la alternativa externa a don Abel Caballero. Y el mejor servicio que le pueda hacer la nueva presidenta local del PP de Vigo –y no solo a la ciudad que aspirará a gobernar– es, desde la opinión particular, consolidar la alternativa que representa, lo que supone reconstruir –o resucitar– su organización. Para ello está obligada a lograr que palabras como “diálogo” o “integración” dejen de sonar a tópico y se hagan realidad demostrable. Algo que atañe a todos sus militantes, porque la lealtad a las ideas está incluso por encima de la que se debe a las personas.

Siempre como opinión personal, y sin intención alguna de aconsejar a quien no lo necesita –doña Marta, por preparación, experiencia, juventud e incluso por cuna viguesa– tiene la talla que hay que tener. La suficiente para afrontar la tarea que le corresponde y disputar en el futuro la alcaldía de la primera ciudad de Galicia en actividad y población. Un desafío enorme que no se puede orientar desde las trincheras ni renunciando a lo mucho bueno que se ha hecho hasta ahora: sólo mejorándolo, porque no son pocos los aspectos que lo necesitan. Y hay mucha gente que cree que puede: debe, ahora, empezar a demostrarlo.

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