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Ceferino de Blas.

La ausencia de Pradilla

Si hiciéramos un índice con los 10 personajes más famosos nacional e internacionalmente que residieron en Vigo en una etapa de su historia, uno de ellos es el pintor Francisco Pradilla. Fue director de la Academia Española de Roma y del Museo del Prado y fue reconocido como uno de los pintores más relevantes de España y el más prestigioso autor de escenas históricas, desde que el Senado le encomendó el cuadro de la Rendición de Granada, que le catapultó internacionalmente.

Sin embargo en Vigo se le recuerda sobre todo por la lámina de la “esfolla”, un bello cuadro de la recolección del maíz en las cercanías de la ciudad, pintado en 1873, y que Álvaro Cunqueiro seleccionó como tapa del libro “Vigo en su historia”, que coordinaron él y Álvarez Blázquez.

Cunqueiro eligió esa escena rural para la portada, en vez de un paisaje marino que parecería lo más propio, por que como asegura en la introducción al libro, Vigo es más que la ría, es más que el mar de Martín Codax, es también campo y la imagen de la “esfolla” en la que un grupo vigueses deshoja el maíz es también representativa.

Aunque sin duda la mejor obra de Pradilla sobre un tema vigués sea “la misa al aire libre en La Guía”, que presentó en la exposición universal de Berlín, en 1892, y consiguió los mayores premios. Y es que la fiesta de la Guía a finales del siglo XIX impresionaba, como demuestra Ortega Munilla en una célebre narración de la romería. Por eso la escena inspiró a Pradilla.

"En Vigo el centenario del pintor que fue vecino pasa inadvertido, lamentablemente los museos no contienen ninguna de sus obras"

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En 1920 un año antes de su muerte, Ángel Bernárdez, uno de los excelentes periodistas que había en la ciudad, recordaba a los vigueses de ese tiempo que en la calle de A Laxe había una fonda llamada “Hospedaje La Verdad”, en la que residió durante un tiempo Pradilla, que se casó con la hija del dueño.

El pintor volvió a Vigo en varias ocasiones, aunque la más dilatada fue en el verano de 1901, en el que vino con su mujer e hijos, el primero de agosto y permaneció hasta octubre.

Durante esta estancia, un grupo de vigueses distinguidos –no con el significado de los que se premian ahora con ese reconocimiento, sino “valiosos elementos de la ciudad”, es decir, de apellido importante–, se dirigieron al artista para “expresarle entusiasta homenaje”, y formularle una petición. Como eximio autor de escenas históricas, querían que pintase un cuadro del gallego Alonso Pita da Veiga, que intervino en la batalla de Pavía con el emperador Carlos V contra el rey francés Francisco I. “El asunto es digno del egregio pintor”, justificaron los vigueses.

Pradilla regresó a Madrid el 5 de octubre. Residía en un magnífico palacio-estudio, donde en la última etapa recibía a sus amigos, incluido el rey, lugar en el que a su muerte, el 1 de noviembre de 1921, se instaló una exposición de sus obras, que fue muy visitada por los madrileños, deseosos de conocer el palacio y ver los “Pradillas” que guardaba el autor.

Francisco Pradilla llegó a Vigo como hicieron otros artistas más tarde, en busca de unos paisajes que no existen en otras partes de España. Así lo hizo también Álvaro Alcalá Galiano al que encontró José Posada Curros instalado en una casita próxima a la ribera del Berbés y la pintora polaca Victoria Marinowska que pasó en Vigo año y medio, donde organizó dos exposiciones y enseñó pintura a jóvenes viguesas.

Cuando se cumple el centenario de la muerte de Pradilla, Zaragoza, su tierra natal, ha querido homenajearlo con una gran exposición antológica y diversos actos que actualizan su figura. En Vigo el centenario del pintor que fue su vecino está pasando inadvertido, porque lamentablemente los museos vigueses no contienen ninguna de sus obras que lo revivan y no se ha dado su nombre a ninguna calle o centro cultural que lo recuerde.

Quizá ambas ausencias sean objetivos a revisar para recordar que uno de los diez personajes más famosos que residieron y dan lustre a Vigo, casado con una viguesa y por tanto con hijos vigueses, merece un tratamiento más esmerado.

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