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“La letra con sangre entra” (última versión)

En Afganistán las fuerzas armadas de Occidente no pintaban nada. La invasión por USA en 2001 secundada entre otros países por España fue parte de las operaciones policiales para vengar la horrible masacre de las Torres Gemelas, aunque luego tomara hechuras civilizatorias para justificar la continuidad allí tras ser imposible derrotar a los talibanes. O sea, el sheriff hacía su papel y el pastor de la iglesia el suyo, predicando la buena nueva de los derechos humanos. La izquierda que a prudente distancia lamenta ahora la marcha cierra los ojos al hecho evidente de que esa educación para la democracia venía impuesta en última instancia por tropas de ocupación, en el contexto de una guerra con más de 170.000 muertos, el 98% afganos. En cuanto a la evacuación, tal vez se haya hecho mal, pero la historia no registra ninguna que no haya sido trágica para quienes tuvieron que quedarse.

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