Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Debemos alguna memoria de Rudyard Kipling al constante elogio que de él hizo Borges. Influyeron, sin duda, sus historias ambientadas en la selva y el mundo de los soldados, temas ambos tan queridos del escritor argentino, como también el exotismo de la India, donde Kipling nació en 1865 y encuentran localización muchas de sus novelas y cuentos. Será precisamente el relato de El hombre que pudo ser rey (1888), llevada al cine casi un siglo después por John Huston, aquí bajo el título de El hombre que pudo reinar (1975), con Sean Connery (Daniel Dravot) y Michael Caine (Peachy Carnehan) en los principales papeles, quien nos trajera alguna noticia de las tribus de la cordillera del Hindu Kush, en la región de Kafiristán, en los confines del noreste del actual Afganistán.

Kafiristán

El relato de Kipling nos da idea de la belicosidad y fanatismo religioso que apenas dista de las imágenes y noticias que estos días recibimos de aquel país. Británicos, soviéticos y ahora norteamericanos, junto con otros contingentes militares y diplomáticos internacionales, apenas han hecho otra cosa allí que malbaratar tropas y materiales de todo tipo, también de ayuda humanitaria e infraestructuras que hicieran posible la transformación de ese remedo de Estado, tapón geoestratégico de tantas cosas, hacia algo que pudiéramos denominar modernidad.

"Británicos, soviéticos y ahora norteamericanos apenas han hecho otra cosa allí que malbaratar tropas y materiales de todo tipo"

decoration

En un análisis somero, lo sucedido estos días en Afganistán viene a plantear dos hipótesis a cuál de ellas más incómoda. La primera, el desconocimiento que los países occidentales han mostrado de lo que ocurría sobre el terreno y, en consecuencia, de las intenciones políticas y la potencia real de la arremetida talibán. La segunda, que aún sabiendo lo que podía ocurrir, se ha dejado hacer, bien por impotencia o por mera renuncia al carecer ya de razones políticas y/o culturales que justificaran dilatar allí la presencia. Ambas hipótesis dejan a China el papel de primera potencia en la zona y gendarme interesado en salvaguardar los propios equilibrios internos en la provincia limítrofe de Xinjiang, de mayoría musulmana uigur.

Del Kafiristán de Kipling, tantos años después recreado por Huston, escapó pobre y tras mil penalidades Peachy Carnehan (M. Caine). Con él llevaba una bolsa que en su interior contenía la cabeza cortada de Dravot (Connery), eso sí, con la corona del hombre que pudo ser rey.

Compartir el artículo

stats