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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Líos hasta con Portugal

Tiene su mérito buscarse líos con Portugal, que en cuestión de países vendría a ser el vecino perfecto: no hace ruido, se comporta con exquisita cortesía y nadie recuerda cuándo fue la última vez que planteó un problema. Pero lo cierto es que el Gobierno de Sánchez ha conseguido liarse y de paso liarla incluso en este plácido capítulo de las relaciones ibéricas.

Para ello bastó la publicación en el BOE de una resolución que obligaba a los portugueses a presentar un certificado sanitario si quisieran entrar por carretera en España. La noticia sobresaltó, lógicamente, a las autoridades de la República vecina y, sobre todo, a los residentes más próximos a los dos lados de una frontera que hace ya años dejó de existir a efectos prácticos.

No era para menos. Otro vecino menos comprensivo hubiera adoptado medidas recíprocas para el ingreso de españoles en Portugal, con el subsiguiente colapso del tráfico entre los dos países. Justo ahora que los negocios a ambos lados de la raya comienzan a tomar algo de aire tras la brutal interrupción impuesta por el COVID-19.

Conocedor del paño que se vende por tierras de España en cuestión de ministros y ministras, el jefe de la diplomacia portuguesa no tardó en atribuir la ocurrencia a un error o, más piadosamente, a un “lapsus”. Llevaba razón, por supuesto.

Conocedor del paño que se vende por tierras de España en cuestión de ministros y ministras, el jefe de la diplomacia portuguesa no tardó en atribuir la ocurrencia a un error o, más piadosamente, a un “lapsus”. Llevaba razón, por supuesto

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Con la tinta de la disposición gubernamental todavía fresca, la ministra que porta la voz del Gobierno hizo lo que mejor se le da últimamente: rectificar. Anuncia María José Montero que la movilidad por carretera desde Portugal a España “va a volver adonde estaba”, una vez que la resolución sea revisada para corregirla.

Pocos días antes había ocurrido ya lo mismo con el propósito de imponer a los reinos autónomos (de España, en este caso) un nuevo catálogo de restricciones del Ministerio de Sanidad. También en esa ocasión el Gobierno echó el freno y dio marcha atrás para presentar un nuevo texto que, al menos, no complique la situación.

Tal parecería que la ministra del ramo se haya inspirado en el anterior presidente Mariano Rajoy, quien solía decir que el gobierno consiste, entre otras cosas, en dar lo menos posible la lata a los gobernados. Otra cosa es que él se aplicase el consejo, pero tampoco es cuestión de entrar ahora en detalles.

Lo más curioso del lance es que el modelo de gobierno a la portuguesa sirvió en su momento de inspiración al actual presidente Pedro Sánchez

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En realidad, hubiese bastado con que la jefa del ministerio o cualquiera de sus numerosos asesores leyese detenidamente el texto de la disposición antes de publicarlo en el Boletín Oficial. Nos hubiéramos ahorrado un malentendido con el más amable de nuestros vecinos y no tendría que aplicarse ahora el Gobierno a la corrección de sus propios decretos. Pero también el asunto perdería toda su gracia, cierto es.

Lo más curioso del lance es que el modelo de gobierno a la portuguesa sirvió en su momento de inspiración al actual presidente Pedro Sánchez, que incluso viajó a Lisboa para tomar nota. Se ve que copió mal. A diferencia del primer ministro Costa, que se negó a formar coaliciones con los partidos que lo apoyan a su izquierda, Sánchez optó por el abrazo del oso, con las consecuencias que eran de prever.

Quizá por eso contraste la brillante gestión del Gobierno portugués -alabada a izquierda y derecha- con las torpezas propias de becario que no para de cometer su homólogo de aquí. Más que de ideologías, es una cuestión de sentido común. El que va faltando por esta parte de la Península.

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