¡Ya sé!, ya sé que se trata de una crisis migratoria sin precedentes. Una agresión a las fronteras de España y Europa. ¡También es la historia de los héroes de la playa de Tarajal!

Sin entrar ni minimizar estos problemas, observo la tendencia que tenemos los humanos a jugar con la vida. La puerta abierta en la frontera Marroquí simboliza la puerta abierta de la sociedad a banalizar la vida humana.

Frente a una sociedad dubitativa, emergen personas que son capaces de arriesgar su vida por salvar a otros humanos convirtiéndose en los reyes de la tierra, ejemplo para todos los demás.

Ellos no entienden de planificar la población, ni de códigos legales, ellos saben mirar y sitúan el foco en el lado correcto, defiende la vida y arriesgan la suya, sus hechos los hacen grandes.

Me centro en dos testigos que representan a todas las personas que ayudaron a salvar vidas en la playa de Tarajal, merecedoras todas ellas por igual de aplauso y consideración.

Empiezo con el legionario Francisco Lara, trabajando 24 horas seguidas frente a 8.000 inmigrantes. Imaginemos la foto, en sus recuerdos madres subiéndose a las piedras para entregar a sus niños con riesgo de resbalar. Niño de 4 años con hipotermia. Miradas de terror y abrazos que traspasan el corazón. Criaturas de 2 meses a la deriva.

Brutal ejemplo de la dama legionaria Saray García que narra cómo agarró a un niño de 10 años que “no saltaba” al cual no entendía, “solo por gestos”. “No me sueltes España por favor”, le decía otro niño. Otro de 14 preguntaba por su hermano de 12…

“Estamos para servir y ayudar”, decía Saray con sobriedad legionaria y pensaba: peor están ellos. “No podíamos parar, teníamos que estar ahí”, sigue diciendo. “Primero salvar vidas y luego hablar con la familia”.

Poco más tengo yo que decir, pues creo que estos ejemplos hablan por sí mismos. Quizá, no sé, la diferencia está en saber mirar. Ellos veían a humanos ahogándose, ellos percibían claramente el valor de la vida humana. Nitidez al apostar por lo valioso, bailan alegres mientras otros deambulan con tristeza.

Nadie sabe lo que allí pasó… En su interior fuertes convicciones y el orgullo de salvar vidas. Ejemplo para los grandes de la tierra, los abridores de puertas, dejando un legado para la sociedad: que al olor de la flor no se te olvide la flor.