Pedro Sánchez se había anunciado como el apóstol de la solución al problema catalán, pero nos damos cuenta que no era necesario, pues desde hace años, ese manto político que nos quieren vender, tiene un olor apestoso y favorece la reputación de dar un escenario a la libertad de expresión.

Los catalanes piden libertad de expresión, pero lo mas curioso, es que ellos son los que mas la utilizan, hasta en el Congreso de los Diputados. Su constante machaqueo en que “Lo volveremos a hacer” (Ho tornarem a fer) los convierte en unos quijotes que piensan que están en una cruzada contra la Constitución.

Aquella histeria en las redes sociales de personas que normalmente son sensibles a las discusiones, ahora parece que se contentan con correr tras las banderas, pero su cansancio se hace patente. En Cataluña no es muy fácil ser contrario, pero prefiero la contrariedad a caminar con lo que alguien llamo con mucho desdén, “Las hordas de pensadores independentistas”.

Los quijotes de la Generalitat tuvieron la osadía de ponerse unos pantalones de dos tallas mas grandes y el resultado, es que esos pantalones se les cae y no son capaces de encontrar su propia talla.