Poca gente está dispuesta a darlo todo por los demás, pero es mucha la que está dispuesta a dar algo, o bastante. Se trata de una energía limpia, que hace tanto bien al que la da como al que la recibe, y quizás esté infrautilizada. Me conmueven, por ejemplo, las pequeñas historias de los grupos de conductores de 4x4 que días atrás han actuado en Madrid para ayudar a la gente, llevándola al hospital o sacándola de un atasco, supliendo la incapacidad de los colapsados servicios públicos. De lo que alguno de ellos cuenta (“hubo días en que dormí solo 3 horas”) se deduce que una vez puesto a la tarea ya no podía parar. El artefacto biológico conocido como ser humano, con frecuencia tan decepcionante, se automotiva a toda velocidad para el egoísmo, pero también para el altruismo. El caso es saber qué botón tocar. Como la del sol, es una energía inagotable, aunque difícil de captar.