Del edificio de la Escuela de Artes y Oficios se conoce que el constructor fue el maestro de obras Dimas Vallcorba, inspeccionó las obras el ingeniero Fernando García Arenal y pagó los gastos el mecenas José García Barbón, pero se oculta el nombre del autor de los planos, al que se designa como “un arquitecto de París”.

Ni siquiera el promotor del edificio, García Barbón, llegó a nombrarlo cuando la corporación municipal y otros notables acudieron a su casa a agradecerle el regalo que había hecho a Vigo.

En respuesta a las palabras de gratitud del alcalde, López Neira, el filántropo manifestó que “a García Arenal se debe en gran parte que el proyecto de la Escuela se haya realizado”, pero no desveló la identidad del autor del proyecto.

García Barbón era tan modesto, y rehuía tanto las aclamaciones públicas, que se opuso a que se celebrase una manifestación popular en su honor, promovida por la sociedad el “Gimnasio”. Ni siquiera se personó en el edificio de la Escuela de Artes y Oficios, cuando el 1 de septiembre de 1920 lo visitó la familia real –el joven Alfonso XIII, la reina regente María Cristina y las infantas–, que había llegado la víspera al puerto en el buque “Giralda” . No se ha aclarado por qué los reyes, que recorrieron las dependencias, no solemnizaran la visita con la inauguración del espléndido edificio, cuando un cuarto de siglo después Alfonso XIII inaugura la sede del Círculo Mercantil.

García Barbón, llevando al extremo su modestia, tampoco estará en la Escuela, cuando el día 23 de septiembre se celebre el primer acto oficial, con la apertura del curso, cuyo discurso inaugural pronunció el diputado Angel Urzaiz.

Pero el donante del edificio, en el que había invertido la suma de más de 80.000 duros, no llegó a revelar el nombre del arquitecto de París al que encargó los planos.

Con toda seguridad es Michel Pacewiehz, del que se va a cumplir un siglo de su fallecimiento, pero su nombre no figura en ningún documento público ni privado. Parece una sombra.

Si se repasan los periódicos de la época tampoco aparece. De hecho, después de “muchos años residiendo en Vigo”, sólo se le nombra en la esquela de defunción, el 3 de febrero de 1921. Es un caso sorprendente. Aunque no llegó a firmar los planos de sus edificios, algunos de ellos de los más emblemáticos de la ciudad, todos sabían quién era el autor. Incluso marcó un estilo que siguieron otros.

¿Cuál es la razón de este silencio que convierte a Pacewiehz en una figura enigmática?

La respuesta es que carecía de titulación oficial. Por cuestiones formales y profesionales no le fue convalidada la titulación de arquitectura francesa, lo que le impedía rubricar los proyectos que realizaba.

Entonces no estaba tan extendida la colegiación de los títulos académicos, que protege del intrusismo, pero existía la suficiente regulación que impidió a Pacewiehz figurar en la documentación oficial como autor de sus magníficos proyectos.

Lo que llama la atención es que la prensa se haya implicado partidariamente en esta pugna corporativa, hasta el punto de ocultar su presencia durante las casi dos décadas que residió en Vigo. Solo rompería el silencio en la brevísima necrológica que se le dedica, al día siguiente de su fallecimiento.

Cualquier personaje de la ciudad, con la mitad del relieve de Pacewiehz, hubiera merecido un extenso in memoriam, no en páginas interiores como el que tuvo, sino en portada; y al día siguiente se publicaría la crónica del entierro, con la relación de las principales personas asistentes. Lo que no ocurrió.

¿Qué extrañas razones confluyeron para este ocultamiento del arquitecto franco-polaco? Sin duda fueron varias, pero verosímilmente la decisiva hay que atribuirla al corporativismo, en una ciudad y un tiempo donde trabajaban arquitectos a quienes la presencia de Pacewiehz les resultaba molesta. Incluso debió haber colegiados confabulados para impedir su reconocimiento. A la postre era un extranjero cuyo éxito podría atraer a Vigo a otros arquitectos foráneos, crear mayor competencia y restarles encargos a los locales.

El ejemplo de Pacewiehz es singular, y constituye una excepción en una ciudad eminentemente receptiva, que acoge a cuantos llegan, porque está formada por una avalancha migratoria. A vigueses de adopción se deben muchos de los logros que hicieron de Vigo la ciudad que es.

¿Porqué la prensa se sumó a este clima de ocultamiento del arquitecto? No hay respuesta.

Por estas, y otras razones, para quienes solo leyesen lo que se publicó en su tiempo, sigue siendo un enigma el autor de los planos de la Escuela de Artes y Oficios, inaugurada ahora hace ciento veinte años. Por fortuna, lo desvelaron y han empezado a rescatar su figura estudios como el del investigador y arquitecto J.A. Martín Curty, que pronto reeditará su biografía de Pacewiezh revisada.

De ahí que el centenario de su muerte en Vigo deba servir, además de reconocer y hacer justicia a su obra, para un ejercicio de autocrítica, ya que la figura del arquitecto franco-polaco está demandando desagravio por tantos años de ocultamiento.