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Olga Seco Seco.

Hemos estado viviendo un modelo de vida obsoleto

Junto al amparo del futuro está la complacencia del pensamiento. Desde que nacemos, a modo de orden, nos enseñan a ver la línea recta. No sé, supongo que será por el simbolismo que tiene con el infinito. A lo largo de la vida (unos y otros) nos preparan para vivir una hipótesis; desde niños nos hablan del famoso "día de mañana" y nos enseñan a alejarnos de todo aquello que, supuestamente, no le conviene a nuestro futuro. Dicho de otra manera (opinión subjetiva) nos enseñan a ver la vida con los logros venideros y nos hacen ver que "lo lógico" es pensar en el futuro. Pues ya ven, todas las teorías absurdas que han ido pasando de generación en generación, nos las está desmontando la pandemia.

Hemos estado viviendo un modelo de vida obsoleto a más no poder. Sí, a todos los niveles: educativo, sanitario, familiar, laboral y así un largo etcétera. Junto al gesto vacilante de la nostalgia es imposible ver nada. A su lado, no renace lo nuevo, precisamente, rehusa de lo novedoso y lo transforma en ira. Colocando la mano en el lomo de la vida para ser acariciada, me doy cuenta, que he sido educada con el gesto mental de la imposición. Recuerdo, y no con buen gusto, a muchos "educadores" que se vanagloriaban de ser sabios y lo único que hacían era explicar lo que a ellos les habían explicado. Lo dicho, es un pequeño ejemplo que nos hace ver el aspecto moribundo de algo que hasta hace poco era ostentoso. Lo obsoleto tiene forma de raíz y, en su empeño de no ser arrancada. entronca con la familiaridad. Y ahí está el problema... Todo aquello que está a merced de apegos y sentimientos siempre es querella con ganas de reclamar.

La muerte está aquí: discurre con actitud dominadora; no tiene en cuenta nada, por lo tanto, seamos (en la medida de lo posible) el gusto supremo que poco a poco aprende a cambiar las cosas de sitio.

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