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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

Reflexiones y consejos al inicio del otoño

Ya estamos en plena estación de otoño, cambio de equinoccio en el que el centro del sol, visto desde el planeta, cruzó el ecuador celeste en su movimiento aparente hacia el sur. Con el otoño se acorta la duración del día, el sol solo calienta a ratos, la naturaleza cambia de color para oscilar entre azafrán y rojizo, caen las hojas secas y los pájaros emigran. La nueva estación nos trae la vuelta al colegio y el regreso al trabajo, lo que en este año de 2020 se produce en circunstancias muy distintas y mucho peores como consecuencia de la terrorífica pandemia de la Covid- 19. A uno el otoño le imprime silencio y melancolía, especialmente este año, al tiempo que le incita a reflexiones íntimas, como esas que cada noche este escribidor traslada a un grupo de familiares y amigos especiales por medio del WhatsApp. Reflexiones que son miscelánea entre lo leído, lo pensado y lo citado, o dicho de otro modo, un revoltijo mental entre la lectura, los lapsus creadores de la memoria y citas ad hoc. Reflexiones, y algún que otro consejo, de los que hoy, al igual que otros domingos, selecciono algunas y se las paso en forma de suelto dominical.

Ruindad, egoísmo

Hay personas que se pasan la vida atesorando, acumulando de todo, lo que sea, con la pretensión final de ser felices el día de mañana; pero el día de mañana llega y no alcanzan la felicidad, porque se olvidaron de lo más importante para conseguirla, que es compartir. Hay hombres ricos que no dan nada a causa de pararse justo en ese momento en que era necesario entregarse o entregar. Y también hay hombres pobres que no saben que se puede compartir el corazón. Y es que la generosidad es cosa del corazón, lo que es tanto más cierto si se hace de manera que el que recibe no se entera de quién le da. Uno puede ser generoso a base de dinero, pero no siempre se puede ni es la única forma. Es posible ser generoso de espíritu, procurando ser amables, respetuosos y educados con los demás. Unas buenas palabras en el momento adecuado pueden suponer consuelo y estímulo, y cuesta poco o nada pronunciarlas. En cualquier caso, hemos de ser cuidadosos con nuestros gestos de generosidad, no sea que de tanto entregarnos a cualquiera, incluso a quien no lo necesita ni lo merece, nos olvidemos de esa persona o personas que tenemos a nuestro lado, siempre dispuestas a darse por completo. Alguien llamó a esto "egoísmo destructivo", que no es ni más ni menos que al querer cumplir con todos, olvidarnos de aquellos que son prioridad en nuestros verdaderos deberes y obligaciones. Claro que es muy difícil de medir la generosidad, porque depende de lo que se tenga y hasta donde se alcance. De esta manera lo expresó el arzobispo estadounidense Fulton John Sheen: "Nunca midas tu generosidad por lo que das, sino por lo que te queda". "Con gentileza, se vence la ira. Con generosidad, se supera la mezquindad. Con la verdad, se vence al engaño". Son palabras acertadas del filósofo y asceta Buda Gautama, de cuyas enseñanzas surgió el budismo.

De todos modos, si tenemos la impresión de que la gente no nos aprecia de forma suficiente, hemos de recordar que la estima que cada uno alcanza no es consecuencia de lo que se recibe sino de lo que se da.

Al ejercer la generosidad hemos de ser delicados y discretos, porque el que recibe tiene su amor propio y puede creer que, en lugar de recoger algo que es fruto de nuestro desprendimiento, buscamos su dependencia. Y finalmente, si después de dar no obtenemos reconocimiento, tampoco pasa nada, traeremos a la memoria aquello de que para que salga el arco iris hace falta lluvia y sol. En palabras de la escritora y filósofa feminista francesa Simone de Beauvoir: "Eso es lo que considero como verdadera generosidad: lo das todo de ti y aun así sientes como si no te hubiera costado nada".

Y una vez que ya nos hemos entregado y hemos dado, en ocasiones no estamos contentos, pese a que tenemos salud y las cosas no nos van tan mal. Posiblemente lo que nos pasa es que estamos actuando por debajo de lo que podemos y se podría esperar de nosotros. Y es que a la hora de dar, nada es imposible si se tiene inteligencia, corazón y sentimientos dispuestos hacia los demás. De este modo lo verbalizó Pablo Picasso: "El significado de la vida está en encontrar tu talento. Tu propósito de vida es compartirlo".

Asimismo, al ejercer la generosidad hemos de considerar que la autoestima no es egoísmo ni tan siquiera individualismo, es algo necesario para las personas que están dispuestas a dar lo mejor de lo que ellas mismas son. Para ello es conveniente que la felicidad como parte y la alegría como exteriorización de nuestro sentimiento, dominen cada uno de nuestros días.

En cualquier caso, de ninguna manera digamos: "yo ya cumplí y a mí me sobra todo". Mientras andes por aquí has de hacer lo posible por contribuir a cambiar las cosas que lo requieren, para que el mundo sea mejor para los demás. Y en cuanto a sobrar, sobrar no sobra nada, porque hay montones de personas que nos necesitan. Resulta indudable la bondad de contribuir a una vida con lo que se da, en lugar de cruzarse de brazos, de forma egoísta, cuando ya se tiene lo necesario. Si aún tenemos cerebro, pies y manos, y no hacemos algo más, reflexionemos si se debe a nuestro egoísmo y nuestra indolente pereza. No obstante, si somos los que recibimos, no podemos aceptar sin más, hemos de considerar de quién viene y cuál es su alcance, recordando aquello de que "Si pasas el tiempo con pollos, vas a cloquear y si pasas el tiempo con águilas, vas a volar." Son acertadas palabras del escritor norteamericano Steve Maraboli.

Verdad y victoria

Una consideración de Miguel de Unamuno que deberíamos tener muy presente cuando la gente duda de nosotros, es la que dice: "¿Qué es la razón? La razón es aquello en que estamos todos de acuerdo. La verdad es otra cosa. La razón es social; la verdad, individual." En bastantes ocasiones la gente se pone de acuerdo y para ellos es la "razón" aunque no significa que porten la verdad. La afirmación puede llevarse a la política, pero es válida en cualquier campo, en el que una mayoría vence pero no significa que sea la mejor. Por eso los que vencen deberían demostrar que saben vencer, no cayendo en el abuso ni buscando la revancha.

Debemos recordar que cuando alcanzamos algo es por la suma de dos motivos: uno, el más importante, la capacidad del vencedor y otro, la inferioridad del vencido.

En nuestra cabeza hemos de procurar que domine siempre la verdad, pero en el corazón de cada persona hay que mantener siempre la serenidad e incluso los buenos deseos para el que ha perdido. No hemos de olvidar que la verdad y el triunfo a veces tardan en florecer, pero pueden acabar por llegar. Si esto sucede y recibimos parabienes, en nuestro interior hemos de exclamar: "¡Perdón por haber vencido!".

Y una advertencia, si alcanzamos la gloria a través de la falsedad, la satisfacción, con toda probabilidad, será efímera.

Adversidad

La adversidad sobreviene cuando menos la esperamos y las más de las veces sin merecerla. Es como si quisiese ponernos a prueba. No queda otra que hacerle frente; experiencias anteriores nos hacen sabedores de que en los malos momentos se hace patente nuestra verdadera fuerza. Lo que no podemos consentir de ninguna manera es que nos cambie y dejemos de ser como somos y debemos ser.

En esos malos periodos en que atravesamos algún apuro, recuerda lo expresado por el sabio escritor japonés Haruki Murakami: "Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta".

Si aun así el desánimo continúa, en lugar de pasárselo al que tenemos al lado, intentemos animarlo. Surte un efecto recíproco mágico en nuestras propias emociones y afectos.

Cuando la adversidad viene en forma de enfermedad y esta nos causa dolor, quejémonos cuanto haga falta pero sigamos. Pensemos que la enfermedad es un obstáculo en el camino, pero las más de las veces, tiene solución y no es el final de nada.

Y si lo que ahora nos domina es el cansancio por lo sufrido y tenemos sueño, descansemos y durmamos, para que después, recuperadas las fuerzas, pongamos cuanto tenemos de nosotros mismo para conseguir lo que deseamos y merecemos. Hagámoslo por nosotros y por los nuestros. Porque nada se alcanza en un momento y si descansamos y dormimos en exceso, todos los demás siguen subiendo y ya no quedará sitio para nosotros en la cima.

Laboriosidad, aburrimiento

El escritor y comediante estadounidense Louis Székely -más conocido por Louis C.K. - afirmó "`Estoy aburrido´ es una frase inútil. Digo, vives en un increíble, enorme, vasto mundo del cuál has visto prácticamente un cero por ciento. Incluso tu propia mente es infinita, para sus adentros, ¿entiendes? El solo hecho de que estés vivo ya es increíblemente sorprendente, así que no vengas a decir `Estoy aburrido´." Cada cosa que haces marca tu diferencia y si lo haces bien te sientes más auténtico y te da ganas de seguir. Para ello has de tener presente que la satisfacción no es consecuencia de lo que consigues sino del esfuerzo invertido en conseguirlo. Te hace falta ser fuerte pues la clave es la voluntad. Menos rodeos y ponle empeño y arresto a tus proyectos. En palabras del sacerdote oratoriano francés Henri Perreyve: "La voluntad de vencer es la que da las victorias; por tanto, aquello que es verdad para las grandes luchas que hacen temblar al mundo, es verdad para las luchas oscuras y ocultas de cada vida particular".

Se dice mucho: es tarde y no ocurre nada. Yo te digo: nunca es tarde y haz que ocurra. "Si todo parece bajo control, entonces no estás yendo lo suficiente deprisa." Son palabras del ex?piloto de automovilismo Mario Andretti, con las que hoy concluimos.

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