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Alfonso Villagómez.

tribuna del lector

Alfonso Villagómez

Las elecciones menos pensadas

Galicia vuelve a ser llamada a votar el próximo 12 de julio. Unas elecciones absolutamente insospechadas cuando el pueblo gallego ratificó su Estatuto de Autonomía en diciembre de 1980. Una norma institucional básica que establece que el Parlamento de Galicia será elegido cada cuatro años y está constituido por diputados elegidos por sufragio universal, libre, directo y secreto.

En 1936 el Estatuto aprobado por los municipios gallegos llegó a las cortes republicanas el día 15 de julio, perdiéndose en sus oficinas -Castelao se ofreció ir a buscarlo a Madrid- hasta que en 1938 apareció en Montserrat, sin que nunca llegara a ser votado por la cámara, como establecía el artículo 15 de la Constitución de la República.

Ahora nos enfrentamos a un enemigo tan letal como fueron los golpistas de hace 84 años. La Covid-19 ha in- fectado a todo el que la ha tocado y también hirió de muerte el proceso electoral en Galicia. La "cancelación" de unas elecciones ya convocadas es algo tan impensable que el legislador no lo previó en la norma, teniendo que acudirse a la ingeniería jurídica para dejarlas sin efecto por la irrupción del estado de alarma. Una declaración de alarma estatal que, sin embargo, no impedía legalmente su celebración, como se refleja en el BOE del día 8 de mayo.

En estas elecciones menos pensadas, se tiene que cumplir lo establecido en la ley respecto a la duración de la campaña, que son diez días, aunque los partidos podrían modular su intensidad, según afirmó el presidente Feijóo. Pero lo que nadie quiere pensar, aunque esté en la mente de todos, es que de nuevo tuvieran que ser canceladas por un zarpazo del coronavirus y hasta no se sabe cuando.

Los gallegos y las gallegas iremos a votar el próximo 12 de julio, con una mascarilla en la boca, una papeleta en la mano y la congoja en el cuerpo. Todo será distinto, pero nada cambiará, probablemente, en cuanto al resultado final. Una nueva legislatura se iniciará en el Parlamento de Galicia tras la celebración de las elecciones y surgirá el gobierno autonómico que debe afrontar la cruda realidad de esa "nueva normalidad" de la batalla con la enfermedad vírica. Porque, como escribió la poeta Wilawa Szymborska, "después de la guerra/ alguien tiene que limpiar./ No se van a ordenar solas las cosas./ Digo yo".

Los partidos que estos años, y también en Galicia, han priorizado su papel como instrumentos de gobierno en detrimento de su función representativa, tienen una nueva oportunidad de encontrarse con la ciudadanía. Y, si bien la actual crisis de los partidos solo se superará cuando haya mejores partidos (Daniel Innerarity), ahora los de Galicia tienen una magnífica oportunidad de volver a conectar con los intereses y demandas sociales. Ojalá que estas próximas elecciones sean tan impensadas como útiles para recuperar a los ciudadanos como auténticos sujetos políticos, una recobrada fuerza que impulse la política y mejore nuestra democracia. Hay que mantener viva la esperanza emancipadora: la política es el único poder al alcance de los que no tienen poder.

*Doctor en Derecho Público por la USC

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