Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Escambullado no abisal

Lo normal

La "nueva normalidad" es una contradicción en sus términos. Estamos confinados en un oxímoron. La normalidad, ya que estado natural u ordinario, nunca nace como tal ni es por tanto nueva. Se establece con la repetición. Solo a posteriori podremos concluir que aquello que hemos conocido, hecho o pensado era lo que correspondía a nuestra época. Esta realidad pandémica todavía resulta anormal a nuestros ojos. Cuando se asiente ya no será nueva sino normal y lo ahora normal, prepandémico.

"Ojalá vivas en tiempos interesantes", reza la maldición que al parecer hemos atribuido erróneamente a los chinos. Los eventos de gran magnitud producen fracturas: acontecimientos económicos, climáticos, bélicos, tecnológicos, políticos, culturales y por supuesto epidemiológicos, que con frecuencia se entrelazan en una urdimbre de causas y consecuencias. La vida nunca se reinicia después en el punto exacto donde se había detenido aunque el evento haya concluido sin efectos aparentes. Como mínimo, el proceso en sí nos habrá transformado.

Stanislaw Lem, en Diarios de las estrellas, narra los viajes del astronauta Ijon Tichy a planetas poblados por robots, clones y todo tipo de criaturas de comportamiento delirante. Pero para ellos el raro es el hombre, al que se define en la taxonomía galáctica como una especie viciosa, contrasentida, cadaverófila, repugnoide, hocimonstruosa e ignominiosa furibunda. Incluso sin ciencia ficción ni certeza de extraterrestres podemos intuir nuestra condición aberrante dentro del universo infinito. La normalidad, en última instancia, es un punto de vista. Quizá no había enloquecido el Sombrerero, sino Alicia.

Ningún dios ha dictado qué es lo normal en el acontecer humano. Ninguna ley nos ha predestinado más allá de lo biológico. Lo normal es paradójicamente cambiante y diverso. Un burgués del barrio de Salamanca convocando a la revolución quizá nos resulte tan normal en el futuro como un miliciano republicano gritando eso mismo en esa misma ciudad 84 años antes. Los científicos todavía están desentrañando las características del coronavirus, sus fluctuaciones de morbilidad o los porcentajes de inmunización. Imposible predecir qué sociedad alumbrará. Pudiera llegar el día en que nadie añore los abrazos y los niños aprendan en la guardería a guardar las distancias, incorporando ese metro circundante como propio.

Hellen Keller se había quedado sorda y ciega siendo un bebé. La ausencia absoluta, imposible de concebir para los que vemos y oímos, constituía su rutina. Anne Sullivan le enseñó a comunicarse con el entorno que ella había ignorado hasta entonces. Keller se graduó en Artes y escribió varios libros. Víctor, el niño francés que había crecido salvaje en los bosques de Aveyron, jamás logró adaptarse a sus congéneres tras su captura. Cuando la normalidad vuelca, algunos lo asimilan y a otros los paraliza la melancolía.

Al otro lado de esta experiencia nos espera un planeta, el nuestro de siempre y a la vez uno tan extraño como los que Ijon Tichy visitaba. El virus propone y las élites disponen; también cada ciudadano sobre su diminuta cuota. Todo es aún posible, lo pavoroso y lo sublime, más su vasto intermedio. Suceda lo que suceda, será lo normal.

Compartir el artículo

stats