En pocas semanas, hemos confirmado que estamos ante la crisis más extraordinaria que hemos vivido desde hace muchas décadas; en España, desde la guerra civil.
Yo quiero seguir siendo optimista y pensar que, en breve, encontraremos un tratamiento médico efectivo que le dé la vuelta a todo, que nos permita volver con cierta rapidez a la normalidad hasta la llegada de la vacuna. Pero ya no podemos seguir como si esto estuviese garantizado. Hay que prepararse para lo peor; y seguir rezando para que ocurra lo mejor.
Una preparación que pasa, en primer lugar y sobre todo, por sumar y trabajar juntos. Necesitamos gobiernos que tiendan puentes con generosidad, transparencia y espíritu constructivo hacia los partidos de la oposición, los agentes sociales y la sociedad civil; y viceversa. Precisamos que las universidades y centros de investigación que pongan su enorme capacidad intelectual a buscar soluciones a los innumerables problemas y distorsiones de todo tipo que se están generando. Necesitamos cohesión social y respeto mutuo.
Afortunadamente hay ejemplos de esto. Desafortunadamente, hay bastante de lo otro. Por eso, es obligado un llamamiento a la responsabilidad y a la reflexión.
Las estimaciones hechas públicas esta semana por el Fondo Monetario Internacional y recogidas en el Gráfico adjunto dejan claro que el problema no es de España. El impacto será muy parecido al del conjunto de la zona euro y no muy diferente al que se producirá sobre Alemania. Depende de nosotros que acabemos en una posición relativa mejor, que rebotemos con intensidad o de forma mediocre en 2021 o que salgamos fortalecidos en algunas cuestiones. Es el momento de los pactos y de buscar los puntos que nos unen y orillar los que nos diferencian.
*Director de GEN (Uvigo) y del Foro Económico de Galicia