Se fue Aute, el trovador de versos impecables e imposibles que derritió a generaciones enteras de mujeres y convenció a la vez a progres e intelectuales. Casi no puede haber dos cosas más opuestas entre sí. Ahí es nada. No he dado en la vida con una sola mujer a la que Aute no pudiera hipnotizar. No he conocido a una sola novia, exnovia, amante, aventura o amiga que no se rindiera ante Aute. "A esi escuchábalu yo de joven, a mí siempre gustóme mucho...", me decía estos días mi madre al enseñarle la versión de "Sin tu latido" en la que he estado trabajando estas últimas semanas. "A ti y a todas, mamá, a todas os gusta Aute...", respondí.

Tocar el sexo sin ser soez y tratar la profundidad del amor sin caer en la cursilería parece fácil, pero no lo es. No lo es en absoluto.

Hacer del erotismo y la seducción un ejercicio de arte y elegancia tampoco. Pero él sabía hacerlo. Aute sabía entrar con sus frases en la mente de una mujer, sabía entender ese complejo y maravilloso mecanismo que la mayoría no consiguen descifrar en una vida entera.

A nivel artístico hizo algo básico que admiro en cualquier artista y trato de practicar. Estar al margen. Dedicarse al arte sin cortapisas, mercantilismos o servilismo a discográficas, prensa o industria. Caer en ese tipo de concesiones es corromperse, es matar al arte, es vender una carrera a cambio de estabilidad o riqueza económica. No es fácil no caer ahí si la oportunidad se presenta. Por eso, por no venderse, Aute fue puro y desde aquí admirado.

No me vale que alguien pueda decir que económicamente pudiera permitirse ir por libre. Hay millonarios que podrían y se venden en cada película, en cada libro o en cada disco.

Coincide su fallecimiento con una etapa de exploración personal de su obra, su enorme y magnífica obra. Me encuentra su muerte con una de sus canciones grabada para mi siguiente disco. Es tal la coincidencia que el sábado antes de fallecer, Ricardo Solís, fotógrafo de esta casa, esperaba en mi calle para hacerme unas fotos con motivo de un reportaje mientras a todo volumen por mi ventana se escapaba un "Sin tu latido" en bucle que en ese momento estaba retocando. "¿Pero qué vas? ¿A versionear a Aute?", me preguntó. Pues claro, porque a mi también me había conquistado. Por desgracia, he perdido la oportunidad de hacérsela llegar.

Una curiosidad que nos toca aquí. Aute participó en la película "El vivo retrato", incansablemente reivindicada por mi amigo J.M. Braña hasta convertirla en un film de culto, rodada y estrenada en Avilés y dirigida por Mario Menéndez y con nuestro Fran Vaquero como director de fotografía. Toca revisarla.

Se ha ido todo un icono cultural en tiempos en los que cualquier futbolista tatuado, musculado, engominado y con dificultades para la comprensión lectora puede hacer suspirar a millones de mujeres. Las perdonamos... porque no saben lo que hacen.

Sobre la muerte, en su "Cuerpo a cuerpo", Aute nos decía esto: "Evitando mirar atrás y pisando muy firme el terreno, a la espera de verle la faz, a la dama del último duelo...". Que grandioso.

Descansa en paz, compañero...

*Músico