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El tercer mundo eléctrico vigués

El domingo volvió a ocurrir. Más de cien coches perdidos por un corte de tensión que dejó paradas de hasta 90 minutos en algunos talleres. Esta vez no fue una tormenta con aparato eléctrico, sino una fuerte sobretensión por un problema en otra gran empresa del área. Pero el resultado es el mismo (autómatas que se desconfiguran, averías de software y hardware, horas de trabajo perdidas...) y la causa, también: la debilidad de la red de 132 kilovoltios (kV) que abastece a Vigo y a su industria.

PSA lleva desde 2013 clamando por una solución, que pasaría por el enganche de la ciudad a la línea de Muy Alta Tensión (220 kV) que atraviesa Porriño, un proyecto prometido por unos gobiernos y otros, pero que nadie ha sido capaz -por ahora- de llevar a cabo. Desbloquearlo requiere que el Ministerio de Transición Ecológica apruebe la "excepcionalidad" de la actuación, ya prevista en los planes plurianuales de Red Eléctrica de España por prioritaria, pero cuyo coste (más de 72 millones de euros) evita que se convierta en realidad.

Mientras tanto, Vigo sigue siendo la única gran ciudad española con una red eléctrica de segunda categoría (todos los municipios españoles de más de 250.000 habitantes ya operan a 220 o 400 kV) y PSA, la única fábrica de coches con un suministro eléctrico más propio del tercer mundo que de un país europeo, con una media de 60 huecos de tensión al año que le restan competitividad y por tanto, comprometen su futuro.

Las administraciones, todas, no pueden seguir haciendo oídos sordos a un problema de tal magnitud que podría suponer la pérdida de lanzamientos futuros, sobre todo en una época en la que cualquier mejora industrial de Balaídos evitaría volver a tocar el bolsillo de los trabajadores. Ganaría PSA, que además de un suministro eléctrico más fiable se ahorraría 1 millón de euros al año en la factura eléctrica, y ganaría Vigo, no solo porque blindaría el futuro de su principal industria, sino porque reforzaría su red frente al despegue del coche eléctrico y su anhelo por convertirse en una smart city. La primera ciudad del Noroeste no se merece una red eléctrica de otro siglo.

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