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el apunte

Y dos huevos duros

En A Coruña y Ferrol se ha desatado una guerra localista -cómo ha cambiado la historia- por conquistar una Zona Franca. Vigo es la única ciudad de Galicia, y una de las siete españolas, que cuenta con el Consorcio. Esta es, de hecho, la única singularidad institucional de la mayor urbe gallega, penalizada históricamente por carecer del estatuto de capital de provincia. Altos tribunales, parlamentiños, consellerías, direccións xerais y sus infinitos tentáculos y chiringuitos administrativos, delegaciones de gobiernos, jefaturas de tráfico, cúpulas de salvamentos marítimos, de guardias civiles, de militares, meteogalicias, tevegás, cgac, xacobeos, etc. se han instalado e inflado en el norte con una naturalidad que debería sonrojar a unos cuantos.

Vigo -ciudad a la que le han colgado el sambenito de contestataria, rebelde, insatisfecha, polémica...- ha encajado esa política perfectamente planificada con un estoicismo galego-budista. Los vigueses han aprendido a (sobre)vivir, a pelear y a ganar sin doping público-institucional.

Con el tiempo, a esta concentración de poder, pompa y burocracia en una sola provincia se le han sumado ciudades de la cultura, puertos exteriores, conexiones directas de alta velocidad, orquestas sinfónicas, bibliotecas, centros de investigación... ¿Hace falta seguir?

Pero ese norte que lo posee casi todo no deja de mirarse en el sur. Cuando se suprimió el peaje de Morrazo, hubo que eliminar el coruñés de A Barcala; cuando se reformó Peinador, se construyó otra terminal en Lavacolla (que hoy disfruta de dos, una inutilizada) y se modernizó Alvedro, no vaya a ser; cuando se amplió el puente de Rande, se hizo lo mismo en la circunvalación de Santiago con conexión incluida a Gaiás, icono de la cultura vaciada... ¿Hace falta seguir?

No satisfechos, el siguiente objetivo, en una operación que cuenta con el aliento de la Xunta, es Zona Franca, institución capital en el crecimiento de Vigo y su área. Esa obsesión por no compartir lo que se tiene pero reclamar lo que otros se han ganado a pulso empieza a cansar. Ya sabemos que en campaña todo vale para camelar a la tropa por unos votiños, pero jugar con las cosas de comer es una irresponsabilidad impropia de gobernantes que se dicen serios.

Así que, como los despachos ya no dan más de sí, ahora nos vienen con la humorada de una Zona Franca para el norte. Ante tal desbarre, los vigueses deberían tomárselo con filosofía marxista (de Chico, en este caso) y responder: "Y dos huevos duros".

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