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De Eloisa Díaz a Estrella Berridy

El colegio de niñas bien más antiguo de esta ciudad, abrió sus puertas el día 1 de enero de 1887 en el número 46 de la calle Comercio, luego Manuel Quiroga. Su fundadora fue Eloisa Díaz, señora de Montero, una profesora que ya gozaba de una acreditación bien ganada y luego ampliada durante su larga trayectoria. Quizá existió otro centro femenino antes en "la casa de las señoras de Rodríguez", situada en la calle de la Sierra, el antiguo barrio de Sarmiento. Pero su memoria se perdió por el túnel del tiempo.

Eloisa Díaz dio su nombre a aquel colegio de niñas y no aceptó, de entrada, un número superior a veinte alumnas, con la finalidad de ofrecer una enseñanza esmerada y casi personalizada. Su programa educativo combinaba las materias propias de Primera Enseñanza (lectura, escritura, gramática, etc), con lecciones de corte y confección, bordado, calado, entorchado y demás labores formativas de una chica bien, de acuerdo con el cliché imperante.

El centro adquirió pronto fama entre unas cuantas familias pontevedresas de buena posición social, que pusieron en manos de aquella profesora la formación de sus hijas. Con el paso del tiempo, sumó las clases de preparación para la carrera de Magisterio, muy demandada y socorrida entonces, cuando la Universidad estaba casi prohibida para la mujer.

Toda Pontevedra comprobó sus excelencias manuales cuando se exhibieron en los aparadores de la Villa de Madrid, una de las tiendas más selectas de esta ciudad, los primorosos bordados de la hija del secretario general del Gobierno Civil, Joaquín Peñalosa Ceballos. Los elogios fueron unánimes para la alumna y su profesora.

Al cumplirse 30 años de la apertura del colegio, la fundadora celebró a lo grande la efeméride y reclamó para sí misma el mérito de educar "a la mayor parte de las señoritas más distinguida de esta población, dejando a los padres sumamente complacidos, ya por la buena educación, ya por la excelente instrucción recibida". Entonces Eloisa Díaz disponía de un pequeño internado, y su cierre se produjo una década más tarde, hacia 1910.

Estrella Berridy Pasant, por su parte, abrió un colegio de Primaria en la calle Charino a finales de 1890, tras completar su formación como auxiliar de párvulos de su padre, Antonio Berridy.

Su gran saltó se produjo en 1909 cuando fundó el Colegio de los Ángeles en la plaza de Tetuán (luego reducida a calle). Entonces perdió su carácter mixto y se dedicó solo a niñas. Doña Estrella contó con el auxilio de su sobrina Mercedes, y pasó a impartir también una preparatoria de ingreso en la Normal de Maestras, que tocó el cielo cuando su alumna Fina Ferreira Martínez obtuvo una matrícula de honor en 1917.

Al año siguiente, Valeriana y Josefina Sánchez Blanco, junto a Carmen Romay García, obtuvieron la máxima calificación en el examen de ingreso en el Instituto. Para entonces, el centro había vuelto a convertirse en mixto, porque acababa de entrar en liza la competencia del Colegio de Placeres.

Estrella Berridy impartió una docencia "enérgica, metodizada y culta" nada menos que durante 45 años, sin soltar nunca su temido puntero de golpear las manos. Cuando anunció su retirada al finalizar el año 1938, Manuel Cabanillas (padre de Pío) trató de promover un homenaje a la maestra que vivió por y para la enseñanza. Pero la iniciativa no cuajó porque sus alumnos estaban ocupados en otros menesteres a causa de la Guerra Civil y porque no todos guardaban tan buenos recuerdos de un método basado en la conocida máxima: "la letra con sangre entra".

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