En una de las frecuentes reuniones familiares escuchaba desde lejos la conversación entre sobrinos (tengo 46). El tema era sus hijos: "¿Qué te gustaría que fuese Ángel? Médico como yo".

Pues a mí Javier, empresario como su padre, el abuelo y el bisabuelo. Una de ellas, profundizando más en su manifestación, exclamó: Yo quiero que mis hijos sean felices.

¡La felicidad! Es lo que deseamos para nosotros y las personas que queremos, (hemos nacido para ser felices) pero a veces no sabemos buscarla: "No se encuentran brillantes en tiendas de ultramarinos"; con frecuencia suspiramos por lo que nos falta, y no disfrutamos y valoramos lo que tenemos; es la realidad de más valor que podemos conseguir en la vida.

¿Cómo conseguirla? Hoy, San Valentín, día de los enamorados, pienso que la decisión más trascendental de nuestra vida, la que lleva consigo más "dosis" (tiempo) de felicidad es saber acertar cuando elegimos pareja, cuando nos enamoramos.

Todo lo importante necesita preparación, tiempo, esfuerzo, mucho corazón y cabeza.

¿Nos preparamos para la convivencia?, ¿Aprendemos a escuchar, dialogar, perdonar, ceder, compartir, respetar, ser positivos, pactar en los conflictos? ¿Nos esforzamos por conocer, en profundidad, a la persona con la que vamos a compartir el resto de nuestra vida? Un noviazgo bien vivido te puede llevar a un matrimonio feliz, decimos con frecuencia.

La persona, no la gente, única e irrepetible, somos la suma de cuerpo, sentimientos y lo más importante entendimiento y voluntad. Esto último engloba: proyecto de vida, jerarquía de valores, educación, formación cultural, humana y religiosa. Es esa mochila que vamos llenando desde que nacemos, con las vivencias en la familia, colegios, viajes, universidad, trabajo etc. Es lo que nos hace decir ¡yo soy así!

Nos podemos precipitar al creer que conocemos a una persona solo con un rápido flechazo, (me agrada su físico, que es lo más efímero) y nos gustamos (sentimos atracción). Para la construcción de un proyecto de Amor debemos valorar la espera. El noviazgo debe ser un tiempo de preparación no de anticipo. La estadística nos demuestra que vivir juntos, antes de un compromiso estable y responsable no asegura una convivencia duradera; por el contrario las rupturas son más frecuentes y traumáticas.

¿Cuáles son los motivos, las causas? Hay muchas, pero voy a comentar solo algunas:

En la adolescencia se pueden confundir los deseos de ternura, afectos, con el amor auténtico. Si tienes paciencia, "controlas" tus sentimientos y esperas a estar más maduro, te equivocas menos. Solo el que se pose, tiene capacidad de entregarse. El que se precipita, muchas veces, se arrepiente de haberlo hecho.

La falta de compromiso da inseguridad, ya que no "luchas" por mantenerlo en momentos difíciles. La ruptura de esa relación, hace tanto daño como si lo hubiera, ya que se han creado unos vínculos y unas dependencias que te pueden dañar para el resto de tu vida. La sensualidad no es solo la unión de dos cuerpos; en ella interviene entendimiento, sentimientos y sobre todo libertad, por eso nos deja siempre huella (buena o mala) en toda nuestra persona.

La espera permite prepararse para el otro/a; el amor humano, como todo en la vida, tiene que aprenderse e ir consolidándose poco a poco. Se necesita voluntad, sinceridad y autodominio, valores fundamentales para el matrimonio y relación estable. Ayuda a cultivar la ternura, el diálogo, la comunicación y la imaginación, para buscar otras facetas o manifestaciones de felicidad, que son tanto o más satisfactorias. Lo que se espera se desea más y mejor; te sientes más libre para tomar una decisión si, profundizando en el conocimiento de la otra persona (carácter, educación, sentido del humor, actitud ante las dificultades, etc.) no es lo que aparentaba en el primer momento.

Para conocer de verdad a una persona hace falta tiempo, hablar mucho y observar más. El hombre y la mujer somos distintos, queremos de modo diferente y nuestras preferencias no son las mismas; además procedemos de familias con costumbres y hábitos a veces opuestos.

La persona somos lo que hacemos no lo que decimos o prometemos. No pienses: "Yo lo voy a cambiar"; sus circunstancias familiares, sociales, no le han dejado madurar (es egoísta, caprichoso, vago, inestable, agresivo) ¡Cuidado! Sé valiente, no tengas miedo a romper, a quedarte sola/o. ¡Valórate! La autoestima te da seguridad y esperanza para volver a empezar con otra persona que te merezca y admire. Te valoran según el concepto que tengas de ti mismo.

El noviazgo o salgo con? es época importante, seria, pero feliz e inolvidable; la recordaremos siempre y será tema de conversación para hijos, nietos, familia, amigos etc.: ¿Cómo os conocisteis?

¿Cuánto tiempo habéis salido? ¿Se declaró enseguida?... Es cuando descubrimos juntos la alegría de vivir, la belleza del mundo: puesta de sol, atardecer, paisajes etc.; realizamos con ilusión proyectos, hacemos planes de futuro y pactamos cuestiones importantes para nuestro porvenir.

Son sin duda los momentos de más entusiasmo de nuestra juventud. Cuando Van Gogh defendía el color como algo nuevo, innovador de la pintura impresionista, aseguraba que el color es para la pintura lo que el entusiasmo para la vida. Por eso se dice que cuando estás enamorada/o ves la vida de colores.

A San Valentín le pedimos "saber elegir "para ser felices, recordando que la felicidad no es un final sino un camino que debemos recorrer juntos cada día, con esfuerzo, alegría y entusiasmo.

*Lda en Derecho. Presidenta de la fundación Conchita Regojo