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Los diez primeros suscriptores

El notario Valentín García Escudero; el magistrado Víctor Novoa Limeses; el agente de negocios José López Pérez; el director de la sucursal del Banco de España, Agustín S. Cobián; y los destacados políticos Alejandro Mon Landa, José María Guerra y Sabino González Besada.

Estos fueron los primeros suscriptores que Faro tuvo en Pontevedra a la altura del año 1890. A ellos se sumaron igualmente las suscripciones de tres instituciones señeras, cada una en su ámbito: el Gobierno Civil, el organismo más importante; el Liceo Casino, la entidad más prestigiosa, y el Café de la Perla, el bar más popular de esta ciudad, en la calle del Progreso.

Prudencio Landín no solo tuvo noticia cierta durante su ajetreada juventud de estas diez suscripciones, sino que por medio de una amistad entrañable también sacó buen provecho sin pagar un céntimo de la lectura del periódico, incluso antes que los propios destinatarios. Uña y carne con Antonio Somoza, hijo del jefe de la Administración de Correos, ambos chavales frecuentaban las oficinas instaladas en la calle Michelena, esquina con la Marquesa, porque allí pasaban sus buenos ratos urdiendo la preparación del semanario Pontevedra en broma, rendido admirador de las chicas más bellas y suave azote de las señoritas más altivas.

Cierta destreza acabaron por lograr en la retirada de las fajas de papel rotulado a pluma, con sello postal de cuatro céntimos, que envolvían cada Faro. Así disfrutaron habitualmente de un aventajado conocimiento de las noticias más destacadas. Luego enfundaban de nuevo el ejemplar para su entrega por el cartero de turno con un día de retraso. Ese tiempo tardaba en llegar el periódico hasta las manos de los suscriptores pontevedreses.

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