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Gentrificación y cambio de uso social del barrio

La moda británica de la gentrificación es la expulsión de la población natural y de los comercios de un barrio deprimido que se transforma y pone de moda, víctimas de regeneración especulativa, a través de sus fases de abandono y mercantilización. Por ejemplo, la librería, el bar, la panadería de siempre o el puesto de periódicos que desaparece. La gentrificación cambia el tejido social del barrio, desplazando a un estrato social por un estrato superior, apartando a las clases populares y revalorizando el suelo.

Una vez que el barrio pertenece a la inmobiliaria y se le ha efectuado el necesario lavado de cara callejero, se empiezan a ofrecer locales atractivos y buena imagen con terminología inglesa y condiciones aparentemente ventajosas. Poco a poco y atraídos por la nueva seguridad en las calles, por un floreciente comercio consumista y por un ambiente superior a las zonas circundantes, empiezan a llegar nuevos negocios. Tras esa renovación de los escaparates, esa incipiente vida comercial y económica, esa nueva sensación de seguridad que se respira en las calles, acaban llegando los habitantes de nuevo cuño, en consonancia con el nuevo aire que se le ha dado al barrio. Con ello, tanto los precios de locales comerciales como también de los pisos, todo se revaloriza, lo cual origina la atención de otros inversionistas y grandes empresas.

Lo cierto es que tras esta gentrificación aquel comercio minorista ha sido destruido y la pérdida de empleo produjo una nueva recesión económica. La revalorización inmobiliaria ahora se eleva a unos precios desorbitados y, a veces, los salarios corren detrás de los precios inmobiliarios. Este proceso que comenzamos a vivir en ciertas zonas de la metrópoli viguesa, ya es habitual en otras grandes ciudades, en donde las tiendas y pequeños comercios han cerrando casi todos, diluyendo la identidad de los barrios, la protección a inquilinos y la vivienda dentro del sistema de bienestar. Otro problema añadido a los nuevos barrios gentrificados es que la mayoría de los vecinos han pasado a comprar por internet, los comercios se convierten en símbolos de precariedad laboral y ciertas zonas turísticas en escenarios de cartón piedra. En fin, confío en la nueva política de rehabilitación urbana del interés general y no en la degradación intencionada del espacio para dar vía libre a los intereses del urbanismo empresarial.

*Publicista

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