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El toque de atención de Marcelino Jiménez

"Pontevedra no se merece un Colegio Universitario".

Aquel explosivo artículo firmado por Marcelino Jiménez contenía unas cuantas verdades del barquero y levantó ampollas en diversas esferas, tanto políticas como ciudadanas.

El director del Instituto Femenino hablaba con conocimiento de causa, porque aquel centro impartía su labor educativa en unas condiciones deplorables, incluso con humedades y goteras, y esperaba una amplia restauración desde su desgajamiento del Instituto Masculino en 1963; es decir cuatro años antes.

"El lamentable estado -señalaba- en que están los edificios oficiales de Enseñanza Media, demuestra que no hay una opinión pública favorable."

Jiménez no era ningún derrotista, ni mucho menos un rojo infiltrado. Su compromiso con el régimen franquista y con la enseñanza pública estaba fuera de cualquier duda. Ahí radicaba la fuerza de su denuncia.

Naturalmente, aquel títular encerraba un doble sentido, porque el autor defendía con claridad la necesidad del colegio universitario. Pero al mismo tiempo ponía el dedo en la llaga sobre la falta de empuje y compromiso de la sociedad pontevedresa en su conjunto para la consecución de aquel fin.

"Pontevedra -decía- no tiene conciencia de sus posibilidades culturales y no aprecia sus propios valores".

Solo quienes se quedaron con el título y no profundizaron en el contenido del artículo no entendieron la rabia contenida, que no la ira, en su voz abulense de nacimiento, pero pontevedresa de corazón.

José Luís Fernández Sieira fue uno de los padres de alumnos que comprendió bien aquella "lanza rota de campo abierto" y mostró públicamente su apoyo cariñoso y su identificación plena con Marcelino Jiménez. Incluso se permitió darle un atinado consejo:

"Pero ten cuidado Marcelino -escribió en su respuesta-, que en esta tierra de garbanzos, si levantas la voz, o te mandan al cuerno o te hacen alcalde. Y aunque yo piense que esto último no sería mala cosa para mi ciudad, no sé si tú pensaras lo mismo e incluso prefieras irte al cuerno".

La premonición de Sieira se cumplió a rajatabla un año después, porque Marcelino Jiménez pudo haber sido alcalde de esta ciudad si no rechazara con firmeza el ofrecimiento recibido. Esa confidencia hizo Joaquín Queizán Taboada a este cronista, al rememorar su propia elección.

Por el contrario, Víctor Lorenzo Filgueira, un abogado muy implicado en asuntos locales que ejerció como letrado del Ayuntamiento, rechazó de plano "cargar la culpa a los pontevedreses". El letrado no entendió o no quiso entender el aldabonazo de Jiménez y mostró su "extrañeza" y su "protesta" frente a tal consideración.

"Queremos de veras -dijo- liberarnos de nuestro pecado y estamos dispuestos a hacer lo que sea para tener ese Colegio Universitario, cuya falta no es cosa buena".

Finalmente, Marcelino Jiménez cerró la polémica con una carta de agradecimiento a ambos remitentes por su contribución a despertar las conciencias adormiladas. Y para algunos despistados aclaró que "por supuesto Pontevedra se merece un Colegio Universitario; si no lo mereciese, no me hubiera molestado en escribir ese artículo".

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