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la mirada

Sanidad rebelde

Diana Antón, una joven especialista en Medicina de Familia que en 2014, harta de aguardar por un contrato del Sergas y dispuesta a no tragar con la precariedad laboral que le aguardaba en Galicia, emigró a Suecia

En seis días más de 250.000 personas leyeron el pasado febrero la historia contada por este periódico de la pontevedresa Diana Antón, una joven especialista en Medicina de Familia que en 2014, harta de aguardar por un contrato del Sergas y dispuesta a no tragar con la precariedad laboral que le aguardaba en Galicia, emigró a Suecia, donde disfruta de un contrato indefinido desde el primer día, 6.500 euros netos de sueldo al mes, y lo que es más importante para ella, "30 minutos para examinar y diagnosticar a cada paciente". Su relato se hizo viral y suscitó miles de comentarios. Médicos que en Galicia encadenan contratos de días y semanas compartieron su historia, igual que los novios, padres o hermanos de estos facultativos. Aplaudieron su "rebeldía", su "denuncia" de como funciona la sanidad pública y su "valentía por salir con nombre y apellidos, sin temor a represalias". Sindicatos profesionales también se hicieron eco de su testimonio, y miles de ciudadanos encontraron en el caso de Diana Antón el paradigma de cómo la crisis económica ha expulsado de este país a la generación más formada de su historia. Para otros fue el símbolo del deterioro de la sanidad pública.

Antes de que Diana Antón pusiera el dedo en la llaga, médicos sustitutos de Atención Primaria denunciaban el régimen de "semiesclavitud" en que trabajan, hasta con 56 contratos en dos meses porque hacen sustituciones de horas y días, y el Sergas no cotiza por ellos los fines de semana. Advertían de que por sus consultas podían pasar 60 pacientes en un día y dedicarles solo 4 minutos a cada uno. "Es un problema económico pero también organizativo", remarcaban.

Y bastante antes, en 2015, el Consello Galego de Médicos urgía medidas para revitalizar, apoyar y mejorar la Atención Primaria, advirtiendo de que faltaban médicos y recursos. No era la primera vez que lanzaban el llamamiento ni fue la última ocasión.

En 2016, la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria también sumaba su voz para denunciar "el deterioro de la calidad del sistema de Atención Primaria", y no solo en Galicia.

Este verano murió un paciente en el Punto de Atención Continuada de A Estrada porque el único médico operativo en el centro estaba cubriendo una urgencia en el exterior, y el Sergas no encontró como suplir la baja del otro facultativo, que ese día no trabajaba. Y esta semana han dimitido 23 jefes de centros de salud de Vigo y su área para denunciar la excesiva carga asistencial, los escasos recursos y la falta de relevo generacional. Sin olvidar, los paros puntuales de los médicos convocados por el sindicato O'mega, las protestas de padres por la falta de pediatras, las concentraciones en los PAC,...

El problema al que se enfrenta la sanidad pública gallega no es nuevo y no es exclusivo de Galicia. En 2007, en la época del bipartito, Sergas y médicos pactaron unas medidas para transformar la Atención Primaria en Galicia, pero llegó el PPdeG a la Xunta y anunció una revisión del plan, que definitivamente quedó guardado en el cajón.

En 2016 se crearon cuatro grupos de trabajo para mejorar la Atención Primaria. Los colegios de médicos de Galicia y las cuatro sociedades científicas trabajaron con Sanidade para proponer mejoras en el sistema de salud. Pero ninguna medida se ha puesto en marcha.

La crisis económica lo mudó todo. En 2014, el Sergas manejaba 369 millones menos que en 2010. Desde entonces los presupuestos se han recuperado y el año que viene Sanidade dispondrá de 3.987 millones, 221 millones más que en 2009, pero el sistema aún se resiente de los tijeretazos de años anteriores.

El Gobierno central además con el afán de ahorrar obligó a los médicos a jubilarse a los 65 años y solo dejaba reponer el 10% de las plazas, olvidando que la plantilla de médicos estaba muy envejecida y había que buscarles relevo.

Los médicos denuncian un problema económico, se precisan más fondos, pero también organizativo, porque se podría mudar el modelo para mejorar las condiciones laborales de los facultativos, y además de planificación, porque con las estadísticas de edad de los médicos ya se sabía hacía años que se iba a llegar a esta situación: doctores que se jubilan y necesidad de médicos para relevarles cuando la demanda sanitaria crece en una población cada vez más envejecida.

Sanidade asegura que el paro en el colectivo es cero, y al que aparece por la puerta se le contrata. ¿Pero faltan médicos? No. Pero hay médicos que se van de Galicia o no sopesan venir a Galicia, porque hay otras comunidades, como el País Vasco, que ofrecen mejores condiciones laborales y salariales. También se van a la privada, porque aunque con menor salario y sin contrato indefinido pueden compaginar vida laboral y familiar.

Además hay doctores que optan por irse al extranjero. Es el caso de Diana Antón, pero no el único. Durante la crisis económica en España 15.000 médicos pidieron los certificados de idoneidad, que les habilita para ejercer fuera.

No faltan doctores porque el año pasado, 7.000 médicos quedaron fuera del MIR. Y ahí está una de las claves del problema. El MIR es un cuello de botella, que impide que Galicia y otras comunidades tengan más médicos especialistas, y la responsabilidad es del Ministerio de Sanidad, el de ahora y el de antes, pues tarda dos años en autorizar a los hospitales para formar más médicos residentes. Y también es responsabilidad del Ministerio, que haya un atasco de miles de expedientes de médicos, sobre todo latinoamericanos, que quieren homologar su título y trabajar en España.

Pero Madrid no tiene toda la culpa. También tiene parte de responsabilidad el Sergas porque en otras autonomías el modelo de Atención Primaria funciona mejor. Así que allí se harán mejor las cosas, ¿no? El año que viene el Sergas ha destinado 1.248 millones a Primaria, y 2.551 millones a Atención Especializada. Desde 2015, con el inicio de la recuperación económica, el presupuesto para los hospitales creció un 21% (444 millones más) y el de los centros de salud se elevó un 9,5% (109 millones más). Es decir el presupuesto de Atención Hospitalaria se incrementa en un lustro 4 veces más que el de Primaria, cuando los médicos siempre ponen el foco en los centros de salud cuando alertan de que el nivel asistencial "está en claro peligro".

El conselleiro Jesús Vázquez Almuiña rehusa acudir al Parlamento a explicar que pasa y valorar la dimisión de 23 directores de centro de salud en el área sanitaria de Vigo. El PP alega que ya irá después de las vacaciones de Navidad a comparecer en la Comisión de Investigación, precisamente sobre los recortes de la sanidad pública. Demora su intervención y lo hace en frente amigo, en una comisión creada por iniciativa de la oposición pero de la que desertó por los vetos del PP a las comparecencias. Su único interlocutor será el portavoz del PP. Quizás piense Almuiña que la oposición no se merece explicaciones, pero a la ciudadanía le gustaría saber qué pasa y cómo va a solucionar el problema que hoy tiene la sanidad pública en Galicia. La ciudadanía lo merece y tiene derecho. Los médicos con sus declaraciones y sus decisiones han elevado la preocupación de los gallegos por la sanidad pública.

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