El retorno a España de un defensor de Balaídos como Juan Antonio Muñoz Codina para coger las riendas del nuevo Clúster Ibérico del Grupo PSA, del que forman parte las fábricas de Balaídos, Mangualde, Madrid y Zaragoza, no está exento de amenazas... para Vigo. Todo el sector coincide en que es una magnífica noticia que un gallego se ponga al frente del mayor dispositivo industrial de PSA en Europa, ya que desde su puesta en marcha en 2015 siempre había recaído en manos francesas. Pero también hay unanimidad en que el hecho de que Muñoz Codina asuma la dirección de la fábrica de Figueruelas amenaza la posición de Vigo como capital del polo.

Balaídos y Zaragoza son dos fábricas muy similares en volúmenes de producción, empleo y generación de riqueza para sus respectivas comunidades. Por ahora, la balanza se inclina hacia el lado vigués, mucho más competitivo en costes y flexibilidad laboral, pero sin duda Muñoz Codina, como es su obligación, impulsará una transformación en Figueruelas que la pondrá a la par de Vigo en no mucho tiempo, lo que obligará a reaccionar. La disputa, pues, va más allá de la simple capitalidad del polo, sino de qué planta será capaz de ofrecer las mejores condiciones al grupo para adjudicarse nuevos proyectos y mantener su hegemonía en el nuevo clúster, en el que juegan un papel mucho más modesto los centros de Mangualde (dirigido por José María Castro Covelo, y Madrid, con Óscar Fernández al frente).

El nuevo director de PSA-Vigo, Ignacio Bueno, tendrá que competir contra su propio jefe, que además conoce a la perfección la capacidad y las potencialidades de Balaídos. Muñoz y Bueno, como Vigo y Zaragoza, serán aliados y rivales, enemigos íntimos.