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Pedro de Silva

Nota de sociedad

El otoño es tiempo de tránsitos, y uno de los más espectaculares es el de los gigantescos alcatraces que estos meses viajan por cientos de miles desde el Norte de las Islas Británicas al Sur del Atlántico, muchos de ellos bordeando las costas del Cantábrico, más cerca de la costa cuanto más inclemente es el tiempo. Viéndolos pasar por pequeños grupos desde lo alto del Cabo Busto, con especial atención a sus zambullidas verticales para pescar (una especie de catering en vuelo), de pronto se levanta por el Oeste, pasando en dirección contraria sobre el borde del cabo y la cabeza del observador, una gigantesca bandada de gaviotas, como una bandera que no cesa de ondear, envolviendo la escena. Cada especie va a lo suyo, se mueven en distintos planos del aire, y si doy cuenta de ello es porque alguien tiene que ocuparse de esta parte de la vida social, sección visitas y desplazamientos.

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