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La semana de A Ferrería

El conflicto en Placeres está servido, otra vez

Nunca es nada tan malo que no pueda empeorar, sentencia la Ley de Murphy. Y de ello son muy conscientes, a su pesar, los vecinos de Placeres que ven como desde mediados del pasado siglo los proyectos de las administraciones han ido destrozando un barrio que tendría que ser una hermosa zona residencial y de ocio entre Pontevedra y Marín y va camino de convertirse en una zona despoblada.

Las protestas vecinales han regresado a la parroquia de Lourizán como antes lo hicieron por otros asuntos de calado como la construcción del complejo industrial de celulosas, la construcción de la autovía con la consiguiente eliminación de su playa, el paso del tren por la plaza del pueblo presidida por su iglesia del siglo XIX, los rellenos del Puerto, y ahora se proyecta la ampliación de la depuradora tras el derribo del campo de fútbol. En algunos de estos casos la protesta vecinal derivó en cargas policiales con heridos y detenciones.

Resulta difícil de entender como una parroquia bañada por el mar y que cuenta con el emblemático Pazo de Lourizán rodeado por unos vistosos jardines que ocupan 54 hectáreas, ha sido tan maltratada. Por cierto que hasta este bello Pazo lo están dejando morir.

De hecho, la parroquia de Lourizán ha visto como va disminuyendo su población año tras año, a pesar de su enclave, tan próxima a la capital y a Marín. Así, en el año 2000 tenía 3.531 habitantes y hasta 2008 disminuyó un 7,19% para alcanzar los 3.277 habitantes y hoy en día cuenta con 3.112 vecinos.

El proyecto de la ampliación de la depuradora supone un hartazgo por parte de su población de ver como cada cierto tiempo le arrancan un trozo de su suelo para obras que no redunda en beneficio de sus gentes.

Esta última iniciativa de la depuradora se antoja de difícil solución. Sin tener en cuenta el posicionamiento de los partidos políticos, que van dando bandazos en función de si gobiernan o están en la oposición, o cambian de opinión según se aproximen las elecciones, lo cierto es que la obra resulta necesaria, pero el conflicto parece, otra vez, inevitable.

Augas de Galicia argumenta la actual ubicación de la Edar y las posibles sanciones de la Unión Europea por la contaminación de la ría, pero a los vecinos no les falta razón al quejarse de que todo lo que se proyecta en Lourizán se hace sin contar con ellos y que su calidad de vida empeora con el paso de los años a causa de proyectos como el que ahora se pretende ejecutar.

Del esplendor del siglo XIX de Lourizán se ha pasado a la decadencia con el beneplácito de los políticos del siglo XX y XXI. Nada que ver con el amor que sintió Eugenio Montero Ríos por esta parroquia. Los vecinos no se resignan a creer que todo puede ir a peor, y una vez vuelve a alzar su voz.

La fiesta patronal se celebrará en breve, el día 30 de noviembre (Santo André). Seguramente hasta el santo mostrará su malestar, pero me temo que esto no lo arregla ni dios.

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