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De vuelta y media

El pontevedresismo de Sánchez Cantón

El Museo editó hace 45 años un libro póstumo con sus mejores escritos sobre gentes, instituciones e historias de la Boa Vila

El Museo Provincial editó hace justamente 45 años un libro póstumo de incuestionable interés que reunió escritos dispersos de Francisco Javier Sánchez Cantón sobre gentes, instituciones y hechos de la Boa Vila. A unas y a otros conoció el autor de primera mano.

El 11 de agosto de 1973, fecha elegida para su presentación, no fue nada casual, sino deliberadamente intencionada. Año tras año, la víspera de la Peregrina, Cantón siempre estaba de vuelta en Pontevedra para pasar unos días de asueto, que dedicaba en buena parte a su querido Museo. Y nunca faltaba al aperitivo entrañable que su querido Filgueira Valverde y el mismo promovieron a la sombra de los pétreos arcos del bar Lugo, primo hermano del Carabela, ante la plaza de la Estrella.

Cuando se publicó Pontevedra y los pontevedreses al precio de 300 pesetas, hacía bastante tiempo que no salía ningún libro digno de mención sobre la ciudad, su historia y su paisanaje. Casi veinte años habían pasado desde la edición del tercero y último volumen De mi viejo carnet, la serie magnífica de Prudencio Landín Tobío, y todavía faltaban diez años para su acertada reedición conjunta por parte de una Diputación Provincial presidida por Mariano Rajoy Brey.

Ni que decir tiene que tampoco estaba publicado entonces -quizá ni en proyecto- Estampas pontevedresas, de Hipólito de Sáa; ni Pontevedra de aquella, de Rafael Landín; ni la Historia de Pontevedra, de Xosé Fortes; ni A vella Moureira, de Rafael Fontoira; ni otros muchos títulos que llegaron más tarde para enriquecer la bibliografía nada despreciable que hoy tiene esta ciudad. Pontevedra siempre tuvo, tiene y tendrá quien le escriba bonito.

El libro póstumo de Sánchez Cantón, que preparó con mimo Filgueira Valverde a modo de sentido homenaje, quizá resulta desde la perspectiva actual menos atractivo que las obras anteriormente citadas. Era más serio e incluso erudito, a imagen y semejanza de su autor, pero no puede negarse que rezumaba pontevedresismo y universalidad por los cuatro costados.

El edificio Fernández López del Museo Provincial acogió aquel día la puesta de largo del libro ante un nutrido grupo de personalidades e invitados. Junto al gobernador civil, Arroyo Quiñones y al presidente de la Diputación, Peláez Casalderrey, asistió también el reputado periodista lerezano Manuel Blanco Tobío, recién nombrado director general de Cultura Popular.

El acto siguió el esquema de la obra. De modo que la presentación corrió a cargo de José Luís Peláez, en tanto que presidente de la Diputación y del Patronato del Museo, y luego José F. Filgueira Valverde, hizo los honores como responsable de la selección de los textos. El pontevedresismo de Cantón latió con fuerza en ambas intervenciones.

Entre sus muchos valores, Pelaéz subrayó su capacidad "para ver como armonizable y no contrapuesto, como complementario y no adverso". Dos años escasos habían pasado desde el fallecimiento de Cantón en su casa de Ponte Molinos y el presidente de la Diputación aprovechó la ocasión para agradecer públicamente el legado dejado al Museo, que tanto contribuyó a impulsar primero y después a prestigiar.

Filgueira eligió bien una frase del doctor Marañón para sintetizar la trayectoria de Cantón: "Apenas ha habido empresas de este orden de las que no pueda decirse que en todo o en parte, no son obra suya".

Al igual que hizo en el prólogo del libro, el director del Museo explicó de viva voz, quebrada por la emoción en algún momento, la preparación y el contenido del libro a partir de un millar de títulos, aproximadamente, fiel reflejo del trabajo incesante de Cantón. Con toda intención, eligió aquellos más relacionados con su "matria", que parecían salidos del corazón, como dictados por su pasión hacía Pontevedra.

A Cantón y a Filgueira se atribuyen los primeros escritos de propaganda turística de la provincia de Pontevedra, una actividad que nunca consideraron menor, sino más bien al contrario. Ellos mismos se presentaron como publicistas en diversas ocasiones. El libro recoge sus descripciones de Pontevedra como provincia y como ciudad, así como una historia del Museo, junto a informes sobre el santuario de la Peregrina, el Monasterio de Lérez o el Pazo de Oca.

Interés especial reviste en este apartado el trabajo que sirvió de base para la aprobación de la Zona Monumental de esta ciudad por la Comisión Central de Monumentos.

La parte más erudita se circunscribía a unas cuantas páginas históricas, que iban desde la presencia de Pontevedra en libros antiguos de raros autores, hasta una curioso perfil del conde de Gondomar.

El capítulo que Filgueira tituló Recuerdos, anticipaciones y semblanzas, resultaba el más amplio y también el más agradecido, porque Cantón ponderaba o recreaba breves retazos de personalidades muy destacadas: Pastor de la Medem, Iglesias Vilarelle, Raimundo Riestra, Fernando Baeza, Ramón Cabanillas, Gonzalo Gallas, etcétera.

Dentro de esta parte figuraban igualmente las memorias de sus tiempos del Instituto, así como sus recuerdos de las andanzas del Club Karepas. Cantón probablemente fue el miembro más ilustre de aquel colectivo juvenil que dejó constancia cierta, de juerga en juerga, sobre su trayectoria vital.

Finalmente, la obra se cerraba con cinco prólogos representativos de su quehacer literario a sendos libros de Agustín Portela, Víctor Lis, Prudencio Landín, Gaspar Massó e Isidro Buceta.

Entonces, los duendes de las imprentas eran muy activos y hacían verdaderas diabluras. En Pontevedra y los pontevedreses, Filgueira Valverde anunciaba en el prólogo una bibliografía de Cantón en sus páginas finales, que habría preparado "con su primor acostumbrado" por Antonio Odriozola, y que no aparecía por ningún lado. Otro tanto ocurría con "unos minuciosos índices" que habría elaborado Alfredo García Alén. El libro se editó sin ambos apéndices por razones desconocidas.

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