"Poner al servicio de la vida actual edificios que el tiempo dejó, cruelmente, vacíos o absurdamente destinados, es una de las más útiles tareas que sea dable llevar a término y, quizás, la que más agradezcan las generaciones por venir".

Así terminaba Sánchez Cantón un escrito publicado en la prensa barcelonesa, que defendía con valentía las rehabilitaciones adecuadas y los nuevos usos de edificios nobles. Poco dado a la generalización, se refirió particularmente a las acertadas transformaciones del Hospital Real de Santiago en Hostal de los Reyes Católicos, y de la Casa del Barón de Pontevedra en Parador de Turismo. Al considerar "modesto" el segundo con respecto a lo "grandioso" del primero, añadía que "por ello, más fácilmente imitable", tal y como luego ocurrió con otros casos semejantes.

Frente a "las lamentaciones de los románticos", criticó con dureza "los desafueros cometidos por el maridaje de la codicia con la ignorancia".